Tuesday, December 8, 2020

Tenía que ser




Tenía que ser



No hay Mal que dure cien años

con una cría de ratones en la mente

de cochambre y telaraña.

Ni jayán que resista los tantos agujeros

que se llenan con él mismo,

cada vez que entra al del pacto

con la noche, para asomarse negruzco

como uno de ellos.


No obstante, que eficaz es su cuerpo,

cuando muestra la imagen

que mejor le queda.

Entre vida y piel, la más dispuesta

a proseguir hacia el detrimento

de algún sitio, donde habrá

de comprimir, sin mucho esfuerzo,

la presencia de negrumo rutinario

en la única palabra de su paisaje tan amado.

En la que se pudre, Vertedero.


Tenía que ser.


De tanto morderse el pensamiento

con furibundo salvajismo,

a más no poder avinagrado

de batalla y desafío,

desde el centro de su lengua

y a gritos para darle el gustillo

chillador a la saliva. Resueltamente,

a las bravas con su rabia

al enchufarse a una sola voz.

Estalló por dentro.


Acabó con la presunción

en la solfatara de la boca

y en vivo y en directo,

desde Gritolandia,

guiado por las vociferaciones

descompuestas de soberbia,

se lanzaron juntitos y revueltos

como suicidas nauseabundos,

con la personalidad agusanada

hacia el sur que lo estrena sin remedio.

Y allí están, invariablemente,

desde enero hasta diciembre,

pegaditos, como uña en mugre.




Nancy Santiago Toro

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