Nunca esquivo tu idílica mirada,
aunque tus ojos lejanos parezcan ciegos,
yo te contemplo en las sombras de la nada
y te observo hasta en el fondo del silencio.
Como balcones de cristal te reciben mis ojos
y al entrar por la puerta ancha de mis sueños
le cierro mis cortinas a las necias luces,
desertando soledad, distancia y tiempo.
Ya dormida la mirada en la cuna del deseo,
estalla tu sonrisa amplia invitando al eco
y mientras te sonrío, tu imagen viva se ilumina
al mirarnos, lentamente, más allá del cuerpo.
Y como sedosa caricia en tu rostro etéreo,
te sacude su contacto como si fuera un beso,
te seduce el recorrido de su destello áureo
como intenso contenido a merced del fuego.
Y te escucho, te alcanzo, te abrazo y te recreo,
presencio todos tus rincones, desnudo tu reflejo,
toco los espacios imposibles a mis dedos,
y siento tus colores más que vivos, satisfechos.
Y si despiertan incoloros porque tú le faltas
es porque en mis lágrimas has salido de paseo,
mas a tu encuentro salen los ojos de mi alma
impregnados de tu amor, ¡lo que es más bello!