Se ha escapado. Fugitiva es mi tristeza.
Va con la iniciativa de un capricho,
pura, sin control y en urgente resonancia
abandonó este cuerpo para estar contigo.
Por arrastrar mis venas llenas de ti en su huida,
acarrea mojados todos tus recuerdos
y es tu nombre consigo a la deriva,
mientras el golpeo de mi alma es un ayer y hoy,
retumbando sin cesar más y más adentro.
En breve, su rumor cautivo será a tu lado,
tal como fue tu herida en mi sentimiento,
por eso ruego que no oigas su quebranto
si con ruido agudo y roto en tu ventana
estruja como a un papel, el paisaje escénico
para mezclarse entera con el aire de tu casa,
con afán adolorido al invocarte sin receso.
Te pido que seas indiferente a su llegada,
seguro el peso de mi pena es sin regresos
y no sé si el inventario del dolor en marcha
es el de un día o es la de tantos
que se quiebran en descensos.
Verás, huyó desde mi interior cansada
en un suspiro de amor, del pecho
y se llenó con mis latidos desangrados,
mientras yo insistía un jardín en su desierto,
un matinal color en sus pesares,
un corazón abierto en otro sueño.
Insté por la posibilidad de otras ilusiones,
situar nuevos panoramas en su hueco,
traté de llevarla al estreno de la risa,
pero decidió irse con su dueño, por derecho
cual mar que siempre es sobre la playa
y tú sabes que en vano es cambiar eso,
porque aun en las tormentas no deja de besarla
y solo en su orilla es total su movimiento.
De igual manera fue con mi tristeza,
solo quiso ser mezcla de tu carne,
para romperse con la firmeza de tus huesos.