Thursday, September 27, 2018

Itinerario de la ausencia





Itinerario de la ausencia




Esta noche diligente, solitaria y muda

que supo marchitar estrellas con sigilo,

ser el principio y el final para la luna,

despertar mi cuerpo en este ahora sibilino

cual náufrago en medio de este mar que ahoga

al no desembocar en tu presente de continuo.


Mis ojos flotando en aguas de tristezas,

dentro de tantas imágenes hundidos,

el aire como un paréntesis en tus brazos,

haciéndote silueta de humo hacia el destino

y la burbuja de mi beso, sin tacto y con la prisa

entre los suspiros que avanzan, fugitivos,

otra vez retornando hacia tu orilla,

esa que posees tan idéntica a la mía.



Mientras arrimo en una soledad con muros

y como si todo el peso de la vida cupiera en ella,

padecer su confinidad plúmbea y sin renuncia

con el impacto de los caminos recorridos.

Todos fusionados en este instante de amargura,

en este punto de la existencia rodeado de vacío,

con otra mañana reiterando el itinerario de la ausencia

y finalizando como el viento fugaz, sin contenido.

La ancha silueta del crepúsculo

reduciéndose a la nada

para caer como el tapaboca

del silencio sobre el grito,

para repetir el fracaso 

de otra noche en la mirada,

y el derrumbe de otro día

como una explosión en los sentidos.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©





Del tiempo…, un minuto





Del tiempo…, un minuto



Solo quiero robar del tiempo un minuto

para este acuoso beso en la costa de tus labios,

en tacto que evoque la albura del inicio

y deje atrás las tinieblas de la espera,

las taciturnas huellas encalladas en distancias

y el telón de la melancolía en los ojos

que han sabido derretirse 

como dos gotas en el viento;

calada vestidura de la espaciosa soledad.


Y quiero seguir sobre otro minuto en la mirada,

rozarnos con el silencio que conquista las palabras,

las que dejan oír el alma detrás de la vivida historia

con las ideas del amoroso sentimiento

y el mensaje del deseo por la abertura de la voz.


Hacer del cuerpo un campanario de latidos

en sonora intimidad de mujer y hombre,

ser una mezcla de paisaje con ardor de aurora

y en ese instante ser valientes pasajeros

del norte, ser necios, rebeldes, lo que quieras,

pero correr con el valor de otro minuto,

escapar de un presente anestesiado de quietud,

seguir sin frenos con la velocidad del segundo,

para arribar paralelos en un principio prolongado

y allí, con todo el beso en nosotros,

tirarnos sobre la yerba.




Nancy Santiago Toro
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A veces te encuentro





A veces te encuentro




A veces te encuentro

en el núcleo de la historia,

propulsando las alas del recuerdo en agonía

hacia el bocacaz impasible del tiempo

que exhala la minúscula fragancia

de los sueños de viento en retirada.


A veces te hallo en la frontera del olvido,

atascado, frente al reclamo de seguir

batallando pasado contra futuro,

como si el paso pudiera revertir el final

de una ruta que no vuelve a nacer.


A veces te encuentro,

viandante en el raíl del sentimiento,

buscando el rastro de los latidos

en las huellas secas de la sangre

y tras alguna partícula de amor

que se aferre como raíz a la vida

para ser rescatada como última esperanza.


A veces te encuentro

tendido en paisajes de ausencias,

sobre las sombras de la distancia

retrocediendo los calendarios

que cargan las visiones de la mirada

para tratar de restaurar el ayer,

como si quisieras encontrar sus luces,

absorber los extáticos silencios,

gestar las rosas con las gotas del rocío,

solo para colocarlas en mis ojos

y a través de ellas rodar y existir.

A veces te encuentro…



Nancy Santiago Toro
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Y los fantasmas que descansen





Y los fantasmas que descansen




Hay un fantasma que no descansa,

lleva una cadena de amor en sus talones,

tiene algún horizonte atado al alma

y lo vomita hacia la tierra, hacia la noche.


Mucho antes había en su cuello un lazo de serpiente,

luego, fue el clasificado suicidio sin temores,

 mientras se teñía de tinieblas la alborada

y se paraba su historia en los relojes.

La despedida fue en la moribunda campanada

que dejó el silencio escarchado, a borbotones.

El adiós indefinido alcanzó la inmóvil nada

 y en medio del vacío vi una lápida y su nombre,

el blanco invernal de la ausencia en marcha

que conducía a la muerte por el bruno bosque.


Yo despedí con prestancia su eterno viaje,

coloqué en su pecho inquietas margaritas,

frescas alelíes y sueños descarnados

 en los estilosos jarrones de color ocre

y en el cielo una mirada acompañaba la plegaria

y el acostumbrado perdón con bendiciones.

Al voltear, hallé otros brazos liberados

ofreciendo en sus dedos las opciones:

un rosario de flamantes esperanzas,

sendas para continuar los resplandores

y la liviana espesura de otra vida

con el presente madurando nuevas ilusiones

como frutos exquisitos de mañanas

que se visten con colores más radiantes,

porque el tiempo renueva primaveras,

 los árboles tienen derecho a deshojarse,

a mostrar la emoción en cada hoja,

a transmitir su intimidad al aire,

y los fantasmas que descansen.




Nancy Santiago Toro
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En ese espacio donde habitas





En ese espacio donde habitas




En ese espacio que a distancia habitas,

conquistado por mi vida a través de tus suspiros,

soy entera de nubes en mil formas,

de aire con el calor de tu cuerpo asido,

de sol si nos separan forasteras sombras,

de agua si la bebe tu camino,

de sangre con temblor en tu aparente calma

 y corriente de pasión por tus sentidos.

Soy insomnio en las pupilas de tus noches largas

o el profundo sueño que trasuda escalofríos,

cuando despiertas con mi luz en medio de la nada

y te rodea una maraña de deseos encendidos.


En la ciudad de ausencias que hoy ocupas

con mi presencia evidente en tu apetito,

soy la visión del amor en tu mirada,

el bullicio del corazón, tan expresivo.

Sin la sequedad del silencio, soy palabra

que se adhiere a la dispersión de tus sonidos

para arrimar como encelada idea en tu cabeza

y en el pensamiento como envolvente abrigo.

En esa tierra de vacíos

soy contigo en tantos modos,

que sin ser aún en las horas del realismo,

tú me llevas en el centro de tus ojos,

yo te llevo en el fondo de los míos,

cuando eres el mar en la superficie de mi alma,

cuando me uno a ti con cada gota de mi río.




Nancy Santiago Toro
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Diálogo de besos





Diálogo de besos




Me detengo en tu mirada, me dominas

y enroscada en tus pupilas reconozco

que invitas a un paseo por la vida

al conducirme hasta el fondo de tus ojos.

A la vista, un intercambio de deseos

 con flamígera bienvenida, tiemblan,

prosiguen, queman la saliva del silencio,

encienden las palabras más secretas

y el pulso de la voz y el pensamiento

estrenan el aire con vocación inquieta,

 haciendo de tu vida mi guarida

con modalidad de caricias nuevas.


Desatamos calores de las manos,

tan ágiles sincronizando esencias

al extender un ovillo de emociones

que obran desde los pies a la cabeza,

para alcanzar las venas con regocijo

y de continuo al corazón dar ofrenda,

mientras el tiempo exacto pasa tibio

por ti, por mí, por el cauce de una escena,

donde confluyen abrazos que no tardan,

el contacto codiciado por las huellas

 y la amalgama de sentidos, sin equilibrio,

con el diálogo de besos que no espera

plasmar las húmedas ideas por el cuerpo,

  con el ciclo de las olas, una y otra vez.




Nancy Santiago Toro
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Cubierta de invierno





Cubierta de invierno




Sin apliques arribé con mi amor a tu ventana

como albor de primavera, como simple ruiseñor,

avancé con la temprana dirección de nubes blancas

para librar tu nombre del silencio con mi voz.

Sin retirada, insistí más que las auroras,

canté con gracia sobre el árbol, el vergel, la flor,

renovaba el tiempo, yo aún pendía de las ramas,

 mientras las noches pasaban en caravana por los dos.

Adentro, tú y el calor confluían en las sábanas,

afuera el acerbo frío se enroscaba en mi dolor,

que de tanto procurar mi corazón tu alma

supo hallar en mi aireado cuerpo, habitación.

Tú, te paseabas tan seguro por la vacía casa,

por los rincones de la ausencia y en solitario rol

 buscabas de cajón en cajón otras tantas cosas,

algún dónde o el cómo de otro destino en el reloj,

y no viste el vagar de mi sueño por las horas,

él no fue urgencia en tu calma, mucho menos yo.

Y volvió a pasar mi amor por tu ventana,

esta vez rodó con temblor de lluvia y un adiós,

enterró en el suelo cada gota de su pena.

Tú la cubriste con tu invierno, sin más sol.




Nancy Santiago Toro
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El vuelo de la historia





El vuelo de la historia




Repetido es lo que lleva el vuelo de la historia

o el libro que aprisiona en letras lo vivido,

solo cambian los rostros, los lugares, los motivos,

mientras convulsionan las huellas como hojas

en capítulos que graban pedazos cenicientos

de los sucesos que caen con parsimonia

dentro del hueco del tiempo llamado olvido.

 Se escriben las mismas calles inciertas,

 el cruce de dudas que hacen perder en laberintos,

sin las aceras accesorias y las verdes flechas

que orienten a la claridad de la ruta que perseguimos.


Sin alcance, no hay paisaje de vida 

que abra antiguas puertas

ni dirección que pretenda el quebrado camino,

no hay remedio de fe para las ilusiones secas

ni para el brío del tema desgastado entre los signos.

Se deshace, poco a poco, el lenguaje de memorias,

la enrevesada trama se cae del latido

y se disuelven como favilas, viejas incógnitas,

con ellas las palabras del bruno contenido.

Queda el mensaje soterrado entre las páginas

la acallada voz del sentimiento sin objetivo,

el silencio prosigue en su indiferente trayectoria

y el libro sobre la mesa con el polvo de los siglos.




Nancy Santiago Toro
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