Después de un Chanel nº5
Esta cochina vida otra vez resuelta
a hacerme la existencia un yogurt,
hombre que a duras penas
puede buscar encargos
sí, esos que olvida en un presunto
bolsillo roto, cuando se lleva la lista
de los encargos que preciso.
Tarda tres horas inexplicables,
llega con un tufo cualquiera,
sin memoria, con otro cuento
de ideas sin culpas y la marinada
que deja las pistas del ron en los ojos,
pero nada de lo que mandé a pedir
para un guisado de gallina
que me está haciendo agua la boca.
El gallo… sí, viene de algún corral,
con excusas; las baratas y onerosas
que se inician con las altas temperaturas
y su efecto en la producción industrial y agrícola,
para seguir con el valor del combustible
que aumentó otra vez una décima
y para terminar con la jodida inestabilidad
del ingreso per cápita.
Si, sí… digo yo,
la reforma energética que arde
en el bar de al lado,
bueno, en eso si gasta el desmemoriao,
cuando paga el dispendio de sus malas costumbres.
Y yo oyendo la prosa del cansancio
con su clandestina economía,
sus cambios climáticos,
y su jeringada política…
Mejor dicho les presento
la torpeza de un hombre
que no da unas flores
perfumaditas de Chanel nº5,
una invitación para cenar sensoriales ritos
o la excitante desvelada que ultime
en el orgasmo satisfecho,
bajo esta tenue luz que al cubrir su sombra,
me abre los ojos.
Nancy Santiago Toro
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