Abrazos de distancias
El tiempo germina abrazos de distancias
en los puentes de aire colgados del abismo,
cuando los pies son raíces en la tierra y se va el alma
para ser el milagro del calor en los días del frío.
Es como hacer llegar un rayo de ternura
con el aliento del espíritu en sostenido regocijo
para asir el hombro de esa piel desnuda
y vestirlo con la expresión explosiva del instinto.
Es un abrazo diferente, es una caricia de luna,
es un silencio inquieto que se nos escapa sin aviso
o es la algazara de la sangre en la trayectoria
suspendida del sueño que enlaza los vacíos.
Es el contacto de la fresca hierba con la luz del alba
o la fricción de estrellas desprendiendo todo el brillo,
es como el mimo de la primavera sobre la ventana,
es el encuentro del todo con la nada, por abrigo.
Es el abrazo que llega a diario como tibia aurora;
el imaginario roce que deja huella en los sentidos.
Es el tacto seguro que se dan las vidas más lejanas,
por el único deseo de dejar el cuerpo en otro sumergido.