Sunday, October 14, 2018

En el balanceo de sus labios (Soneto)






En el balanceo de sus labios
(Soneto)




Él se instala en mi pecho y trayectoria

como aroma en la rosa, cual canción

al viento que concede la emoción

que enciendo en cada oída giratoria.


Y es que suena la sangre de la euforia

gestual de los sentidos en flexión

como si fueran huéspedes en guion*

del alba con su noche sucesoria.


Afán que da al contacto el placimiento

del amor en un roce de interiores

dentro del quehacer de un sentimiento


que intercambia, en ofrendas exteriores,

el acto de los labios que frecuento

por citas de momentos impresores.





*Según las reglas ortográficas, la palabra guion

presenta diptongo en su secuencia vocálica: [guión],

lo que la convierte en monosílaba, y como

monosílaba, nunca se tilda. 

*La actual Ortografía de la lengua española (2010)

considera un error la acentuación ortográfica de guion.






Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©







De un lado al otro






De un lado al otro




Antes, que la saliva mojara

 las tormentas del silencio,

le ponía agujeros a la voz,

donde se posaban las palabras

como pájaros de aire y por el aire

hacia los tantos rincones encerrados

que se dicen con el abecedario de otras casas;

espacios que se agachaban como un entierro

para igualar el ataúd de los ausentes.

Por eso pude verle la ausencia mejor que nadie,

solo a veces mostraba unos pedazos de existencia

como pequeños ratos con ganas de un suicidio.

Mínimos instantes que, en cuestión de un segundo,

se convertían en animalitos juguetones

para romper el lunario de la poca compañía,

hasta que aprendieron en pequeños saltos

las piruetas de una muerte.


Ya no tengo esa tumba en el cuerpo.

Desde que estoy en el paseo de otros ojos,

la travesía es más fértil en la mirada,

los días sudan la marcha que nos ocupa,

los viajeros momentos del camino

caben en las huellas, más completos.

Ahora, las caricias hacen un hogar en mi piel,

una presencia construye cercanías.

En la vida hay alguien que instala un montón

de sus venas en mi sangre, incluso el tacto

ejercita unas manos que sujetan.

Las sonrisas que amanecen no voltean la cara.

Su amor tiene más luna, más sol, más corazón

en su equipaje y en su boca habita un lenguaje

que desconoce los azotes del sonido.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Viernes para dos






Viernes para dos




Hoy es viernes.

Adentro nuestra esencia huele a pan,

afuera el sol está recién horneado.

El día se asoma con su rollo de colores

buscando horas con qué pintar,

mientras el tiempo de un café nos bebe,

deliciosamente, la cercana sonrisa.



El eco de un sí, es un guiño en sus ojos,

si se me antoja echar la vida en una mochila,

si solo me apetece fotografiar el próximo destello,

pasear los nombres por las aceras

o darle un capricho de goma a los pies,

de esos que consiguen un fin de semana

para cambiarle al cuerpo la mirada.

Podría ser riesgoso, 

pero para que nadie nos mate,

no bajaremos de los hombros

las dos muertes que nacieron sin ruido,

portaremos un buen trozo de luz

en una ceguera que no pretende líneas rectas

y dejaremos que los zapatos se llenen de polvo,

con suerte esquivaremos el metal o alguna curva.



Mas él sabe descifrar el mapa de mis ojos,

si lo que busco es un espacio

más verde para querernos

como dos placeres bajo el sol,

como dos torcidos impacientes

llenos de excusas para deformar la tierra.

Sin leyes de sangre que me impidan

en cualquier parte colgarme de sus ramas

y hacer un nido en nosotros,

mientras la ciudad nos regala su teatro,

las calles de su vientre, las placenteras plazas

que nos hacen caer sentados

en la tarde que nos sobra con un par de razones

para desordenar la risa en este mundo,

y a la vez soltar las palomas de la voz

en un vuelo entusiasmado que libere

el erotismo de un ramaje junto al viento.



El siguiente instante será con el rostro

de la noche cubierto de manchas,

ante ella como huéspedes nocturnos,

casi invisibles si nos lleva como dos

sombras dentro de su ombligo,

cerrando todo lo que sucede como una ráfaga

hasta el sábado, ya casi a la vera de otro albor.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Callado y ajeno






Callado y ajeno




Silencio... que te amparas en la lengua estéril,

en la orilla divisoria de la voz,

en el aliento que estrangula las palabras.

Tú, centinela del espíritu, que tu audacia

sin conmoción, sin movimiento

no pretenda la altura de las balas

ni la turbia ambición del explosivo

ni la aspereza impetuosa

del sentimiento que, por morir, avanza.


No lances tu reposo como león emocional

del sonido para atravesar las formas

más herméticas del hierro, y elegante tu armonía

sea más quietud, más aplomo,

más dócil que la sonrisa de una luz,

cuando amanece sin la claridad

de una guerra en los oídos.


Tú que te interpretas en tantas formas

dentro de los sepulcros del mundo,

sé más firme ante el arma del rezo hipócrita

que se hace arpón del mal, chantaje,

amenaza de enemigo, bisbiseo de serpiente,

sucesor de la injusticia…, del poder tóxico,

porque ellos son los gobernantes

del sufrimiento del mundo.

Y que ni un solo fragmento del tono

innecesario vaya más allá de tu garganta

para que no caigas como un soplido

que fija su empeño en el vacío,

pues a menudo la pausa hablada

es como el ciego impulso del minuto

que se pierde cual mota frustrada

en el desierto del aire, imperceptible.


Tú, que callado vas de lo terriblemente

leve a lo profundo en el diálogo interminable,

con todos los sentidos por la travesía

a todas partes, con esa reflectancia en ti

que prefiere los estampados del neorama

al colgarte del pensamiento

entre álamos, nubes, piedras.


Tú más digno que el filo del necio ruido

que se alza con la altanería del demonio

en sus innumerables avatares

al escalar el grito por las corcovas del ignorante

en la rotunda movilidad de las tinieblas.


Tú, que fluyes como el color a través del día

para ser la mejor gala del lenguaje,

aunque seas una luz tranquila...

Cubreme horizontal y verticalmente,

cada vez que la indisciplina de un instinto

se mezcle con la vida que me acompaña,

pues así la estridencia de todo tu mutismo

será intensamente libertad del objetivo

que te mece en júbilo triunfal

como una elocuencia creciendo en los ojos.

Absolutamente, en escisión prudente.

Mucho más prudente que los pasivos

pájaros entre los hombres.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©