Thursday, August 23, 2018

Encuentro en lontananza






Encuentro en lontananza
Autores: Alonso Vicent y Nancy Santiago toro




Perdona si aireo mis asuntos,

si canto el verso inseparable de mi cuerpo

sin voz ni música ni público,

a capela el alma en su destierro.


Perdona tú, si en mi espacio más profundo

tus asuntos son equipaje de recuerdos,

sin llevar sonido escucho su paso refinado

y el canto de tu alma, y me estremezco.


Ayer te tendí un pretérito mudo

y habló por los codos de mi boca,

confesó con lengua y unos labios

sus pinzas, sus cuerdas y su ropa.


Abrigué tu tiempo de silencio agudo

y caminó tu antaño hasta mi topada,

llegaron tus latidos francos, sin atajos,

como dedos golpeando mi ventana.


Escucho hoy el aroma que trajiste,

mirando el horizonte que te guarda

y encuentro un hueco en el paisaje

que encaja su huella en mi pisada.


Hoy contemplo el camino que tendiste

como alfombra abierta en lontananza

y en un punto equidistante de la superficie

encuentro a tu sombra a la mía atada.


Disculpa esta oreja que te atiende,

estos ojos que solo ven en la distancia,

estas manos presas de sus brazos,

esta mente que aprendió a volar una mañana.


Te disculpo por rebasar lo que es ausente

sin ojos, sin manos, sin voz en la garganta

y por dejar en ese vuelo de sentidos indelebles

el leal amplexo de dos vidas... de dos almas.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Espera…





Espera…




Sigue esperando por la caída de las nubes,

 que el cielo les de lluvia y traiga tus ofrendas,

que el día a media luz te lleve sus rumores

o que la noche desvista su paso por tu senda.


Espera su caricia encadenada con mi nombre,

el susurro de un te amo con una historia abierta,

a que te busque como un alfiler entre multitudes

o que te haga sentir en la inmensidad como su estrella.


Espera a que su lágrima como luz de vela alumbre

el camino enamorado que evoca una noche entera

o que su risa calurosa encienda pasión en los albores

y que su sueño junto al mío te hable de tu ausencia.


Espera a que su palabra con mi esencia inunde

tu hueco malsano, ese que mendiga su presencia

o que su canto con mi aroma impreso te despierte

y se haga un silencio vagabundo, sin mí, en tus riberas.


Espera a su poesía con mi recuerdo en su relieve,

sosteniendo en cada verso la nostalgia de mi vida,

espera a que sus ganas te griten otra vez que yo regrese

para que te des cuenta que el amor no se fabrica.


Espera a que sus ojos conquistados suelten mis temblores,

a que su vida con firmeza no atesore mi memorable huella.

Espera a que su corazón reviente en tu pecho este amore

sediento desde el alma, mientras tu obsesión espera y sueña.





Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©







Necrópolis de silencio






Necrópolis de silencio




Esta ingente pena que desgarra y no concibo

se vuelve cada día un ancla en la costumbre;

una sombra alienada que de mí se ríe,

un cerril fantasma que sofoca y me sacude.


Mi gélida alma es un necrópolis de silencio,

 un soledoso paisaje de polvorientas alegrías,

un espacio donde no pasa ni siquiera el tiempo,

porque hasta el solitario paso, perdió la vida.


Mis latidos otrora iban como trinos en el cielo,

como tibios besos de ilusiones encendidas

que reventaban en pasiones a destiempo,

arrancando de la carne efluvios de delicias.


Mas se allegó el cruel destino en desconcierto,

zarandeando los cimientos y techumbres,

dejó este ataúd de soledad como aposento,

un exánime grito de muerte que nadie oye,


a las ráfagas de aire como latigazos del lamento,

a dos enamorados mirando entre barrotes,

con un castigo que desmenuza hasta los huesos,

con una muerte lenta… ¡que Dios nos salve!





Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©







Humildad






Humildad




Si hay un brillo en lo poco que sabemos
es porque desde el comienzo fuimos polvo.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©







Elegante mano





Elegante mano




¿Cuál es el poder que se adhiere a tu mente? Con ese afán de guerra de matar los sueños, que no miras que fuiste un día pequeño, que hasta el paso aprendiste por la suerte. La vida te atrapó en sus remolinos y colgado como marioneta del quebranto, te arrojó al suelo como hombre altivo, tu sombra enardece tu propio encanto. Como huracán destruyes lo que tocas, justo al centro, tu ojo asesina de soslayo, con los vientos haces navajas afiladas, traspasan puntiagudas en repetido acto. Tu nombre deja el brillo cuando hiere como lustroso oro para cautivar los ojos, mas el resplandor que libera es tan fuerte, que a ciegas se recogen los despojos. Como último y primero en las vidrieras con esa piedra de arrogancia; solapado adorno, que gira y gira las estéticas exigencias, las mismas que llenaron tu pasado con decoro. Por los caminos retóricos orillados de ignorancia exhibes tu birrete de rey, de poeta y sabio, mas sin el doctorado de la vida y la simpleza de levantar el brazo del intento con elegante mano. Pues aquí, en el insondable mar del saber, vamos todos como distinguidos náufragos.



Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Nunca imaginé






Nunca imaginé





Nunca imaginé que llegarías de improviso 

como estremece al silencio el impacto del sonido

o como ese rayo de sol que entre la lluvia es roce tibio;

tenue, plácido, callado y suspensivo

pero en su desafío etéreo, siempre percibido.


Nunca imaginé que llegarías táctil y emotivo.

Que sembrarías tus besos, que escribirías tus sentidos

en los labios, en la piel, en lo más íntimo,

para luego recoger mi cosecha de latidos 

como frutos del querer; ser amor con objetivo.


Nunca imaginé que llegarías cálido y genuino,

sin igual, solo tú, natural y único en lo mío.

Como transparente ángel a mi lado suspendido

o como la lluvia; ese beso puro del cielo en el camino,

o como río cristalino; ese espejo impoluto en donde miro.


Nunca imaginé que llegarías tan definitivo

como el viento inagotable, con el trayecto de los siglos

que no se detiene ni desgasta en el vacío

al reafirmar su caricia permanente en el soplido.

Ese que se queda por amor en puntos suspensivos…





Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Porque no llegaste






Porque no llegaste




Te esperaba en el café aquella tarde,
de azules rojizos en íntima cadencia,
de aromas en dinámica apasionante,
de paisaje en ritual solemne de belleza.
La música en ágil movimiento por los aires
evocaba suavemente tu intima presencia
y mi mente alucinaba con deleite acezante
la llegada genuina que uno sueña.
Con una mirada forrada de ternura;
esa que ablanda de un toque a la dureza,
con unos labios más que audaces, tentadores
y con una sonrisa en tonalidad de estrella.
Con unas manos amplias de caricias,
seductoras y sabias en la destreza;
vigorosas como el ritmo de los mares
que en temblores húmedos da su entrega.
Así te esperaba mi deseo aquella tarde,
así te esperaba mi esperanza en insistencia,
con un alma frondosa de ilusiones
que sólo inventa formas y maneras.
Pero con la noche se fue la tarde,
fue la noche en soledad más negra,
porque a mi encuentro no llegaste;
tu llegada fue la que no se sueña.



Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©