Monday, October 1, 2018

Senderos…




Senderos…



Largos, cortos, son los nexos de la vida.

Son los descubiertos en el mapa de la infancia

con el trazado de las fatigadas correrías

que llenaron de algazara las entrañas

y ahora pertenecen a los ojos o palabras,

a los sueños imprecisos en el todavía

que la avidez no alcanza,

por que se visten con los grises de las horas

al pasar de largo y solo en ellas

se congela el retozo de todas las pisadas

como un tesoro soterrado en algún lugar del alma.


Senderos, los del inicio y los de antaño,

a donde volvemos con la eléctrica visita

en el vaivén de la nostalgia

para el preludio de unas memorias amarillas

que van y vuelven como hojarasca.


Los siguientes llegan...

Porque en cada etapa hay trayectos

brujuleando entre comienzos y salidas

y aunque hoy los miro hacia adentro,

cuántas veces su arranque pareció

ser ruta por andar, mas detenida

en la decisiones del azar,

ante lo inédito del tiempo que solo espera

el caer y el levantar de las rodillas,

cuando se va por la travesía del resto

y arrima a la meta de la fortuita realidad

con la consiguiente lágrima o sonrisa.

Senderos, los de las rutas del amor

compartiendo de lleno o a la mitad

el espacio en un mundo que no termina,

sino precede el límite de la perentoria libertad,

cuando el recorrido se acorta en despedidas...


Y queda el chubasco del momento

para que ruede el fracaso por el suelo,

mientras los pies forcejean con la marcha,

sin ánimos en el lodazal de la desdicha.

Senderos, tantos en sueños realizados,

bajo las luces provisorias de los triunfos,

cuántos de sombra y barro entre esquinas,

juntando las derrotas que tiene el caminante

sin remedio en la construcción de cada ruina,

agrietando el empedrado terreno en adelante

para el siguiente viaje sin planear y sin paradas

al cruzar de lado a lado,

 cuesta abajo o cuesta arriba.

Mas siempre aguantando la estructura

de la existencia que llevamos

con lo añadido de los inagotables días,

para lograr este, el de hoy;

él que no interrumpe la secuencia del ahora,

aunque siga conectado a las sendas del ayer.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Tu rosa blanca en mis manos





Tu rosa blanca en mis manos




De tus perceptibles flores tengo una

descubriendo el tacto de mi mano,

se perfila segura entre las piedras

y tal parece que da un saludo al cielo

con la fineza de su vistoso encanto.

La encontré valiente en mi trayecto,

un poco solitaria en la mitad del llano,

deslumbrando su lindeza como un sueño

en estos ojos que la miran con amparo.

Contemplo su color de íntima nieve

con lisura de lana bajo el sol del albo

para persistir su atavío de misterio,

con el paso del calor que llega al tallo

y así vivir, y así esperar el toque del rocío

que la seduce día a día, aunque se lleve

un trozo de su albura en el contacto.

Aspiro sus pétalos, el melifluo aroma

que envuelve a mi pecho de inmediato

y por un momento pienso que sostiene

tu esencia en su interior como un milagro

para traspasar su dulzura por mi cuerpo,

y pueda hallar en su caricia tu beso a salvo.

Él que envías con el sentimiento muy recibo

dentro de esta rosa blanca que hoy extiende

hacia mi vida tu especial hallazgo.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©




Será en la tarde del domingo





Será en la tarde del domingo




Será en esa tarde que se aproxima a este presente,

en la escena que no dilata el designio de tus cosas,

en ese tiempo que el tránsito de los días ya sostiene

el breve instante que seguidamente evoluciona

las horas que insinuarán a las siguientes

con lo nuestro como corpúsculo extendido

hacia el sinfín de las auroras.

Por esa tarde tus pisadas

 irán entre la innecesaria gente

con el calzado solitario de un domingo,

el silbido de tus labios me llegará con suerte,

mientras logras calmar la presentida unión

de tus manos con las mías en tus bolsillos.

Y te sentiré a mi lado antes

que el paseo de la luna llegue,

antes que las sombras tengan su principio,

serás primero que las farolas de la noche

y antes que las luciérnagas vuelvan a palpitar su brillo.

Y verás mi rostro como en las muchas ocasiones

que en percepción me hallaba el viaje de tu mente,

esta vez con el abrazo tangible que soñaste

sobre esta piel de tu pasión,

la que Dios creó para tus dedos.

Mis ojos se posarán en el ventanal de tu mirada,

las voces del latido pronunciarán el sortilegio

y como mariposas en vigilia será el vuelo de palabras,

poblando el cielo adormecido antes de volverse negro,

porque todo acaecerá en esa tarde que te acerca

hacia mí, con los dos

junto al fausto porvenir de ese domingo.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©





Con los gestos del delito (Microprosa)





Con los gestos del delito
(Microprosa)




Asendereado de tanta soledad decidió estrechar su remiso cuerpo con la fresca brisa. Eran las calles de un abril con su fiel primavera, aunque muy dentro de él también cargara a aquel entrañable invierno. Caminaba largamente por las aceras de su historia, cuando de repente el calor lo hizo detener en una heladería, pidió como siempre su favorito y se sentó en una banca para disfrutar cabalmente del momento, mientras sostenía en la mirada a los extraños inocentes de su delito; esos transeúntes ojos que atestiguaban la prueba y asentían con la soledosa condena del tiempo en el que se hallaba, pues con sus evidentes gestos delataba una vez más haber sido el único culpable de insistir aquel frío que todavía hacía trepidar sus manos.



Nancy Santiago Toro
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Exogamia unidimensional




Exogamia unidimensional




Sedienta de sueños, de alianzas

por esta tierra de clavos torcidos,

he pisado en redondo la herrumbre jorobada

y lastimera que ha soltado la cruz de los siglos.

Todo arrastra aquella herencia que no acaba,

que hasta hoy obceca al contumaz latido

con la causticidad que anhela la lisonja

del que transita la sentina del asesino.

Una mano se levanta, el otro con sus dedos

la sostiene y la ruindad es la amenaza

de los que libran la sangre de sus mentes

y liquidan al hijo, a la extraña, al amado,

sin profundizar la razón de la furia

que arrebata al humano más humano

devorado por la injuria indiferente.

Y yo que camino con versos en la espalda,

hambrientos de visiones por la vida

para dejar en los caminos las palabras

del amor que arde en mi saliva,

si a ti llego no me niegues

 el abrazo que te doy

no alejes tu mano si te encuentro,

no aprietes el gatillo de tu odio

ni mates la esperanza que te llevo.

La vida es un inventario de sucesos

invadidos de ayeres en sequedad de enojos

y de punta a punta se entrelazan las heridas,

y el dolor va en el continuo tiempo

por el inmenso azul del mundo,

y si no marchita, y si a ti regresa,

que sea en pacifismo racional.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©





Bajo este sol de mayo





Bajo este sol de mayo




Se adhiere este sol de mayo con su cortejo de aurora

al vaticinio de horas que pretenden los sueños,

alumbra la vida, sus puertas, ventanas,

asolea ascendente el inminente trayecto,

aunque tenga el futuro el lejano perfil de lo extraño

tras el cristal del destino, tras los espejos del tiempo.

Nos toca la blandura de la carne con su ardiente rojo

y un cultivo de latidos es natura debajo del cielo,

brotan libres sobre el verde entorno,

desde la extendida raíz de un sentimiento.


En estas fechas de calor que transitamos

se alberga su luz como el beso en rocíos serenos

y saben las pieles copiar el placentero tacto,

cuando amanecen acoplados los gestos del cuerpo.

De a poco nos deja en la extremidad de la noche,

junto al plural de caminos que engendra este suelo,

bajo la armonía de un universo invadido de estrellas;

guías en la oscuridad hacia los días del reto,

mas encajando en la amplitud de las formas

por la dirección que no renuncia a lo nuestro.


Pocas veces caen las hebras de la lluvia,

provocada por alguna empecinada neblina

y se mojan las mejillas y con ellas el alba,

pero regresa el sol como testigo de mayo

para cobijar nuestras sempiternas almas

con la complicidad al compás de la primavera.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©





Con la proximidad de los sentidos (Dueto)





Con la proximidad de los sentidos

Por los autores

Alonso Vicent y Nancy Santiago Toro




Voy diligente a tu íntimo lugar, a tus montañas

al frescor de la cascada, a tu acompañante risco,

al entorno que persiste los verdes de tu mundo,

a la tierra de tu alma, que bien guarda tus caminos.


Esperándote aquí estoy con mis dos ojos fijos,

en la senda que sube serpenteando el bosque,

orillando las horas, retrasando la noche,

ansiando la llegada, apremiando al destino.


Veo tu cromático paraje y aletea la emoción constante

dentro de esta escena de naranjos que respiro,

más allá, el monte como si saludara con sus rosas,

aquí tus árboles con el umbroso resguardo a los amigos.


Te adentraste en mis huertos, ellos son el principio,

el llano, la estación que deja atrás las vías

de lo que conocemos, la principal salida

al mundo en el que me hallo y en el que me cobijo.


Grato contemplar la fina gala de la vistosa aurora,

el embrujo ardoroso del terruño amanecido,

con la seducción del río moviéndose a su antojo

y mis ojos como redes atrapando cuanto he visto.


¡Sube presto y allégate!, que es la aurora el inicio

del paso que te lleva y del primer embrujo

que mudará el paisaje bajo el caminar tuyo

a la vera del agua que baja de mi risco.


¡Ay!, que llegaste, te veo. Las piedras son testigo

del roce de tu huella, y alborotadas andan

o será que es primavera incluso en tierras altas

y conspira con ella incluso el travesío.


¡Sí!, te veo bajo el azul que extiende los fulgores,

por el alcorce que lleva a los aires del tomillo,

justo en la solitaria barandilla de ese lúgubre borde,

donde las alondras se marchan con el adiós previsto,


pues como ellas partiré, mas con los recuerdos decorados

del don venusto que ofrece la celsitud de lo sencillo;

indelebles memorias que ostentará mi sentir nostálgico,

desde mi ventana y en otro alado viaje de sentidos.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©