Thursday, October 4, 2018

Por amarme así






Por amarme así




Por el todavía de tus ojos

que en progresión me vive,

por la avenencia de tu carnal hoguera

que se mueve al son de mi marcha,

por las ansias de tu mirar

que a mi cuerpo exige

y quema tus sienes cuando se alargan.

Por el interés que, peldaño a peldaño,

besa mis colgadas esquinas,

cada vez que tu día gris en el mío amanece

como la certeza de la noche hacia la aurora.


Por amarme así,

porque así me quieres

como la cotidiana corriente que soy,

cuando me entrelazas al rojo de tus venas

y te anclas en mi vida como solo sabes;

elemento esencial en mis primaveras

al expresar tus sentidos en mis albores.

Por absorber mi perfume que a tu ser orienta,

porque decoras tu pecho con mi nombre,

por enfocarte en mí al acelerar el paso

y extender mi esencia a tus raíces ulteriores

como si fuera el agua que bebe sin cesar tu tierra

para hidratar el secano de tus rincones.

Por amarme así, sangre de continuo y sin orillas

y porque ya tu vida en la mía consiste,

me ciño al espesor del más que ofrece tu natura,

para recorrerla con el amor

que por los dos se mueve.





Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Quizás





Quizás



Quizás fue una cita planeada por el tiempo

 o un momento inopinado desprendido del destino

o una idea ávida que elaboró la vida a destiempo

para dejar nuestro encuentro impreso en el camino.


Quizás fue mi dirección en plena encrucijada

que advirtió tu alígero perfume como si fuera mío;

incitante aroma dejando a mi vida despojada

de las malezas del miedo, cuando germina el desafío.


Quizás fue la tenue luz encendida en tu mirada,

la que dirigió mi tropel de pisadas hacia tus pasos,

 para hacerte en mi vida estrella iluminada

que me guió directamente a ti, sin más retrasos.


 O quizás fue la suerte con cercanía enmascarada,

quien tocó nuestras vidas con manos de misterio,

en su trayectoria indescifrable, repentina e insospechada,

uniéndonos como un bello regalo o un bendito premio.





Nancy Santiago Toro
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No eres árbol






No eres árbol




Ese árbol gallardo y solitario que invita al –juego

con sus ramas distraídas como juguetones brazos–

lleva vendajes de primaveras, otoños e inviernos,

lleva consigo el luengo camino sin dar un paso.


Contemplo su añoso tronco en desespero,

su inacción sumergida en el mísero letargo

y me parece oír de su ramaje algún te ruego

con un dejo perceptible de terruño amargo.


Pareciera que sus ramas muerden el cielo

al dejar en el viento su jadeo agobiado

como si tuviera un beligerante sentimiento

adherido firmemente en su abrupto ramalazo.


Percibo que la brisa lo zarandea con deseo,

con la intención de un desnudo desesperado,

como si quisiera sacarlo de su entierro

y llevarse consigo cada hoja, cada vástago.


Amor, si lo vieras desde aquí como yo lo veo.

Si vieras en mis ojos que tú no eres árbol.

Tu semilla arrastra las raíces por la tierra

y te mueves por el mundo con indefinido rastro.


Llevas un sueño dentro que flota sobre el suelo,

quiere ser fruto de la vida y el tiempo,

ser con la carne un brindis de cuerpo y tacto,

 porque tú eres como el río hacia el mar abierto

y yo soy la isla que te espera en su regazo.





Nancy Santiago Toro
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Quiso aquella rosa






Quiso aquella rosa




Quiso esa rosa roja que me diste,

hablar de tu amor aquella tarde.

Quiso usar su hermosura como alarde

en esa tarde gris con nubes tristes.


Quiso invocar el amor sublime,

 como también la lluvia hizo caer.

Quiso provocar con su perfume

una pasión en mí sin yo saber.


Quiso esa rosa contar los días

que duraría por mí, tu querer,

así como se iban sus pétalos, tú te perdías,

así como tú viajaban, sin querer volver.


Así quedó la rosa aquella,

triste y marchita sobre el mantel,

quedando solo las espinas en ella;

las que marcaron también mi piel.


Recogí lo que quedó de aquella rosa.

Me hirió una espina, brotó la sangre.

Quiso de veras recordarme una cosa,

que con dolor siempre recordaría tu nombre.




Nancy Santiago Toro
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Amanecer






Amanecer



Jardín de rosas llenas de rocío,

paisaje de ternura que enternece mi ser,

de lágrimas perladas son los atavíos

que derrama el cielo de este amanecer.


Se ha formado un haz de ardientes colores,

trazando pinceladas que erizan mi piel

y se besa el cielo con el frescor de los mares

para hacer más profundo el azul en él.


El viento con las palmas está jugando;

 eterno es el amor que existe entre ellos

y hay mil mariposas en el aire girando

al reventar del alba los primeros destellos.


Del sol que se levanta como un astro de oro,

ocultándose entre nubes una y otra vez,

mientras yo de Tu belleza me enamoro,

cayendo de rodillas ante tus benditos pies.


Se oyen esparcidos los inquietos rumores

de todo lo que vive y lo que ha de nacer,

para decirme que estos son los favores

que me regalas cada día con tu eterno querer.




Nancy Santiago Toro
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Tu llamada






Tu llamada




Mis pasos cansados solían vagar

por valles oscuros de soledad.

Atrás quedaba mi santo hogar

y el mundo giraba con su frialdad.


Rodeaban a mi alma voces mezquinas

que con sus cándidos tonos hasta mí llegaban,

punzando como las rosas con espinas

que entre su belleza se encontraban.


Mentiras y agravios hacían su entrada

y más sola y triste mi alma se hallaba,

por la vanidad perversa de las oscuras miradas

que tiraban al suelo y por encima pasaban.


Solo tus manos abrieron el cielo.

Llena de luz se abrió tu ventana,

me miraste amoroso, me levantaste del suelo

y me tocó la dulzura que te engalana.


Me dijiste, “eres solo una oveja perdida

que por un momento no escuchó mis palabras,

pero aquí está Tu Padre para sanar tus heridas

y no dejaré que más nadie las abra.”


“Entrégate a Mí, seré tu consuelo,

seré la Verdad que tanto buscabas,

te llevaré en mis alas y en nuestro vuelo,

olvidarás las penas que tanto llorabas.”


“Dame tus manos, Yo guiaré tus pasos,

te haré descansar, Yo soy Tu morada.

Será tu amparo el calor de mis brazos

y guardaré por siempre tu salida y entrada.”


Y alcé la vista, me perdí en Tu mirada.

Tu suave sonrisa se posó en mi alma.

Me tocó la fuerza de Tu dócil llamada,

pues eres Jesús, quien de verdad me ama.




Nancy Santiago Toro
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Verso





Verso



Vivo está el verso en la poesía,

sonoro de palabra y sentimiento,

entregando los recodos de la vida

que desechan los vestigios del suceso.

Es la expresión de adornada apología

si la felicidad atrapa el instante satisfecho

o el diálogo con la húmeda tristeza

que moja los sentidos al quedar impreso.

Es la melancólica voz del alma

narrando las historias por el tiempo

al dictar el vuelo verbal de las palabras,

cuando salen del vientre del recuerdo.

El verso es la reflexión profunda y sincrónica

que llora, vive y ríe en la eufonía del concepto,

cada vez que sacude los pasos del camino,

con las manos que van de la tinta a la autoría.





Nancy Santiago Toro
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Como te extraño





Como te extraño



Extrañarte es el fragor de mi rutina

al oírte, cuando todo en redor está en silencio,

es la fantasía de atrapar tu beso entre la luna,

cuando eres el largo vacío que presencio.


Es alcanzar el crepúsculo en la mañana

para pintarte de su color en mi pensamiento

y sentir que el viento que toca en mi ventana

es tu voz, tu señal, tu aliento.


Es sentir que la mano negra de la noche,

aprieta bruscamente mi dulce sueño,

para que tu imparable tacto sea el derroche

del cuerpo que te hace mi ardoroso dueño.


Es atraparte en la lágrima al pensarte,

que muy discreta me roza de repente,

 cuando se une a la fuerza de tanto amarte

y a la fortitud del dolor si estás ausente.




Nancy Santiago Toro
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