Marcando las huellas de la vida
Con su fragancia imparte
su presencia en mis rincones,
mientras propulsa mi pasión
como antorcha al fuego
al llenar mis manos,
totalmente, con las suyas,
al sentir mi mundo
gravitar en su universo,
cuando las pieles se rozan
y pregonan sus verdades,
sin las mordazas de los amores muertos.
Es que él sabe prender la mecha
de este corazón al decir mi nombre,
sabe alcanzar mis latidos,
reventar la alegría en ellos,
cada vez que pasa
a mi interior con sus palabras
y se queda retozando
en mi diario pensamiento;
inseparable y con la estrategia penetrante
de adherirse a mi lado por entero.
Ayer me acercaba a su invitación callada,
a su connatural espacio
por las orillas del presente
que me llevaba hasta su cuerpo
y hoy tan cerca, brota
una panoja de sonrisas
que suceden continuas
a lo largo de este suelo,
entretanto, perfilan los deseos
que la vena sangra
con el amplio albor
del coruscante sentimiento
y maduran voluntades
que se exhiben y prolongan
compartidas horas hacia
el después del tiempo.
Pues no se excusa
el centelleo de la mañana
ni la luna de la noche para vernos,
cuando derramamos las risas
de la seducción por las serias plazas
y las cubrimos con las palpitantes
ilusiones del paseo,
con la vestidura de memorias
que confeccionan las pisadas
y las huellas de este rastro
como un destino
en ascendente movimiento.
Nancy Santiago Toro
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