Puede ser la meta pasiva
evitando el frío pozo de otra lengua.
Una vía del futuro, de mi alcorce,
de alguna ruta entre mis sienes
o de mi corazón tendente
a construirla en rojo,
frente al habla ajeno que solo arrastra
agua y sal entre razones.
A viva fuerza, en la agitación del Alfabeto,
es el punto aprendido
que, a ipso facto, se consolida como piedra,
si a mi gusto se detiene
ante la circular sordera de aquél
que se hospeda en el contraste.
Vive con la mudez indescifrable
de las memorias y el misterio,
con la agenda de mi antojo
que desecha el fugaz después
en la mecedura del lenguaje
y de ese modo...
Existe en la duración de mis sentidos,
en la unicidad del yo y el alma
con el catálogo de cosas
que sigo gobernando entre vocales.
Es conmigo.
Él más leal detrás de mi sonrisa,
huésped de mi oasis; el más quieto
en el ajetreo de mi sangre
y a pedir de boca, permanece tras
los labios que siguen siendo Míos
en las entradas y salidas de mis propias llaves.
Aun así...
Sin pasaporte viaja todo el universo,
con privilegio en las formas
movibles de mis libertades.
Sin acceso, solo a mí me pertenece.
No busca el movimiento de otras mentes
ni las ganas del intruso,
mucho menos la usanza de otra carne.
No ocupa el interior del adversario
ni de algún tercero.
Que nadie diga, cómo debe comportarse,
si decide ser en los altibajos del idioma
o guía un rebaño de letras
con mi apoyo en el mensaje.
"A buen entendedor…
Y aquí y ahora, un decir de mi hábito absoluto,
pasea donde las ideas se mezclan con el aire.
Nace desde la vida que dirige sin promesas,
sin obligación, sin la imposición del límite.
No flota con ninguna ley ni precepto establecido.
Es solo lo que ves.
Mi voluntad, al volante, desde mis sentires
viajando libre hacia otro mundo
con la mínima expresión de Mi Silencio.
Nancy Santiago Toro
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