El Loco, El Demente y El Cuerdo
Del bien y el mal se adueña la Locura
para guiar la razón, el sentimiento
y el acto natural del pensamiento
que le importuna a veces la cordura.
Su actividad frenética habla poco,
sin ser cuerda, es genial y divertida.
La muy loca disfruta más la vida,
por eso riñe el Cuerdo con el Loco.
Loco, al que ha sido genio del ingenio,
diseñador crucial de las ideas
y autor original de las tareas
que han logrado cambiar cualquier Milenio.
Y loco, si al amor aún sujeto
vive victorias, fallos y pesares
como humano en los muchos avatares
del error propio, nunca ajeno. Gueto
del cuerdo con fachada que controla
su postura en el arte del desorden,
de tan ficticio en la moral del orden,
a rienda suelta, es sádico que inmola.
Su táctica es la argucia que comete
el despreciable indicio que revela
la piraña interior y bagatela
de los viles defectos del zoquete
que como petulante programado,
no es más que un presumido serpentino,
insidioso del ego clandestino
y el creído que deja confirmado
que es un total demente y la alimaña
con la infeliz enfermedad mental:
psicopatía histérica. Inmoral
conducta que disfraza su calaña,
el morbo del trastorno y las dos caras
del Judas que apuñala por la espalda.
Mas la locura sana que respalda
al artesano de aventuras raras,
para andar entre locos por la vida
con el placer que brinda la sonrisa
disfrutada de boca con La Risa.
La satisfecha y siempre la torcida
del Normal, que real y siendo libre,
con la existencia entera se deshace
como un buen loco que también le place
vivir con la mirada del felibre.
Porque se inventa tras la luna, estrella,
y mar. Bien sabe que la mente vuela
y crea la ilusión en la secuela
del rumbo que se afana por la huella.
Si de aedos y locos, la cabeza
tiene un poco, declara aquel refrán
con entusiasmo, para que el bausán
actuando irracional en la torpeza,
no siga siendo en juicio el ser bichoco
que alelado pellizca los cristales
del espejo, si ajeno a las reales
conductas del carácter tontiloco,
rechaza en su visión el verdadero
reflejo del descaro y como ciego
camina el arrogante solariego,
pero es como el balazo guerrillero
que mata y vuelve y mata, aunque se diga:
—soy bueno como el pan, no se equivoquen,
disfruten mi nobleza y no provoquen.—
Solo es el pelo oculto en la albóndiga,
es más falso que guita de corambre
y por ser como el tal lunar de monja
goza el mal y lo absorbe como esponja,
pa’ sorber la bacteria y el cochambre.
De su ser sabe el loco. Más que el cuerdo
del ajeno, el psiquiatra a mí me dijo.
Por tanto, mi locura es regocijo,
dentro de un mundo loco en desacuerdo.