Yo no tengo un espíritu dormido,
ni el carácter ni el alma es de madera,
voz de una vida llevo a mi manera
para escuchar el ritmo del latido
dentro del hoy que vivo sin mañana,
si el futuro es incierto y secundario,
aunque otras lenguas digan lo contrario,
soy Yo de mi presente Capitana.
Jefa y Dueña del plan que ensayo y nace
a diario con el arte de mi instinto
al crear sin cadenas lo distinto
con la roja pasión que satisface.
No busco en el pasado, ya cubierto,
por no ser una araña en la trastera.
En la vida prefiero ser pantera
con el deleite del rugir experto
y la firmeza siempre hacia adelante.
Atrevida, cazando en la existencia
el modo y el sabor de la experiencia;
que es Madre del Saber y del andante,
cuando brinda el desmadre de la selva.
Negra al dar el grandor de la batalla
en subsistencia frente a la contralla
del verdor, a pesar, que no resuelva
la hostilidad florida en lo salvaje,
que en su entresijo engendra la discordia
como un dios Ares, con afán de incordia,
encaramando dentro del paisaje
la perversa cabeza del tirano
al porfiar el decoro criminal
del célebre pecado original
que iluminó el infierno de antemano.
Yo, sin la terquedad del inocente,
tropiezo en la simiente de Eva: eterna
y atada cual raíz en cada pierna,
desde aquel tropezón desobediente.
Solo ella, aun sin freno y con apuro,
volvería de nuevo al paraíso
para iterar la historia y si es preciso
llegaría al ayer. Muy de seguro
con el mismo patrón del gran Inicio,
terrible y futurista de este mundo.
Por ti Adán, en un mínimo segundo,
ella iría al comienzo del flagicio.