La vida, tú y yo
Tanto se anida
en la interioridad de ambos,
toda vez que la quietud
se abandona en remolino interno.
Mi sangre como un río extendido
por los cauces de tu mundo,
sintiendo con la ardentía del verano
la cadencia del dual momento,
idéntica, cuando se inclina y pasa
con tan solo juntar los dedos.
Tu corazón con mis latidos
en comunión constante,
la conmoción del pecho
asomando palomas en revuelo
y los ojos atados como argollas,
cuando me rodean tus brazos firmes
como rompeolas de mi cuerpo.
Tanto afuera del nexo
frontal con tu mirada,
porque el límite del día no detiene
el columpio de salidas o llegadas
con otros instantes llenos;
de la costumbre del paso,
de las cosas del vivir, las horas,
un algo con exuberancia
y las paridas huellas
que el mañana adopta
con sutil misterio.
Tanto en el exterior de ambos
cubriendo este equipaje,
cada vez que arropa el día
con su enjambre de sucesos,
llenando el hueco de un presente
y quedando para lo que sucede
adentro como un sinfín
de trenzadas ocasiones
que por haber nacido,
ya nos pertenecen.
Nancy Santiago Toro
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