Friday, October 5, 2018

La vida, tú y yo





La vida, tú y yo




Tanto se anida

en la interioridad de ambos,

toda vez que la quietud

se abandona en remolino interno.

Mi sangre como un río extendido

por los cauces de tu mundo,

sintiendo con la ardentía del verano

la cadencia del dual momento,

idéntica, cuando se inclina y pasa

con tan solo juntar los dedos.

Tu corazón con mis latidos

en comunión constante,

la conmoción del pecho

asomando palomas en revuelo

y los ojos atados como argollas,

cuando me rodean tus brazos firmes

como rompeolas de mi cuerpo.

Tanto afuera del nexo

frontal con tu mirada,

porque el límite del día no detiene

el columpio de salidas o llegadas

con otros instantes llenos;

de la costumbre del paso,

de las cosas del vivir, las horas,

un algo con exuberancia

y las paridas huellas

que el mañana adopta

con sutil misterio.

Tanto en el exterior de ambos

cubriendo este equipaje,

cada vez que arropa el día

con su enjambre de sucesos,

llenando el hueco de un presente

y quedando para lo que sucede

adentro como un sinfín

de trenzadas ocasiones

que por haber nacido,

ya nos pertenecen.




Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






Compañía





Compañía



Si soy mañana, es un sol que ninguno ha visto

quitando la rebeldía del frío por mis brazos

y en tropel de horas somos contenido

desde mi sangre hasta sus manos.

Si soy la noche con urgencia se hace sombra

y en unión, nadie nos ve llenando los vacíos,

y con su andanza me impulsa valerosa

cuando es un hilo la forma del camino.

Si soy de agua es de prisa una hondonada

para beber todo lo que soy y lo que es mío

y siento su caricia muda como palabra al alma

al crecer en mí la paz de su quehacer munífico.


Si soy el aire se expande como campo abierto

para que yo no olvide cada pedazo de su tierra

o es por entero el aromático escenario

cuando anuda su presencia a mi respiro.

Si soy reloj, de improviso, es tiempo, es mi día a día,

ahora que desviste mi presente con su esencia,

él consiente mi vida desde afuera y más adentro,

como floricultor de mi jardín,

a su lado, ni hojas secas.

 En los bautizos del rocío insiste el caluroso gesto

y al morir la última hora, conmigo pasa a ser inicio.




Nancy Santiago Toro
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Vuelo de nostalgia





Vuelo de nostalgia



Sentir el anacronismo de aquellos

días que captura la mirada

junto al pensamiento

al contemplar su desvío

hacia adelante, desde el rumbo

movedizo del intento.

Días simples en el nudo del destino,

mas dentro de la vida libres

por donde vayan los recuerdos,

con los que volamos a diario,

sin importar el lugar del recorrido

en el amplio espacio del pasado,

distante de los caminos a donde voy

y tan cercano de los que vengo.

Pero vividos para bien o para mal

con su tierra y cielo;

paisajes de llanto y risa,

mensajes de rabia y silencio,

con lo ilusorio de lo abstracto,

con lo notorio en lo concreto,

mas sin agenda para otro

inalcanzable vuelo de nostalgia

que pretende más de lo que pienso.




Nancy Santiago Toro
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Son estas sencillas cosas






Son estas sencillas cosas




Son estas horas que discurren con los dos,

estos días degustando lo que imprimen tus labios,

estas semanas moldeando la vida en tus dedos, 

son estos meses en ti con los verbos atados,

en los impulsos de las noches sin pausa, 

en las mañanas que apresuran el paso.

Son estas formas de entregas ansiosas 

con temblores que guían a sabios trayectos

al deslizar caricias que arrastran aromas,

con la frontal rebeldía que exigen los cuerpos.


Son estas venas ciñendo al latido

tu esencia extendida de extremo a extremo,

cuando te percibo único entre la gente que miro

y cuánto más si eres mezcla de principio y empeño.

Son estas cosas tan tuyas al compás de las mías

quedando grabadas en el retiro del tiempo,

las necesarias para abonar el presente

y no detener el frondoso trayecto.

Son estas huellas incrustándose al alma

con este rastro de ímpetu hacia el porvenir paralelo,

que nos avanza en cada segundo de vida

al pasar por nosotros, al quedarse adentro.




Nancy Santiago Toro
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De la mano





De la mano



Tu sentir...

expansión de tu interior al mío,

que envuelve sangrantes dimensiones,

porque vibras en mis venas.

Solo tú eres tumulto en mis latidos,

un lenguaje de sentidos

que se activa con tu nombre,

prolongando el intrínseco

contacto con mi vida,

con trayectoria de labios

y un primor de manos

en ligadura de expresiones.


Tacto único; crepúsculo inmanente,

alba sobre mi cuerpo

traspasando mis rincones.

Mi sentir trasciende,

internamente, al tuyo

se aferra creciente

y en su curso más nos une

como si en mi suelo

fueran tus raíces

de piel, de arterias que se funden,

subterráneas en la pasión

de las entrañas,

con el calor humano

en las millas de tu roce,

en dinámica de fulgores 

sobre mi silueta y a la par

con mi amalgama de emociones.


Para ser los que somos

en la sucesión de horas

y en el cuánto más

de la vastedad siguiente

que dirige el brote de huellas

por los paisajes de postura inerte

y por la naturaleza

en sus tantas veces,

cuando nuestras manos alzan

la armonía de la tierra,

y alcanzan, en presente,

el bonancible paso de las nubes.




Nancy Santiago Toro
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Tú, ángel sin cielo






Tú, ángel sin cielo




Si hablara el mar con la noche más oscura

o la luna con el sol a través de las estrellas,

si hablara el monte con la nube en sombras,

cuál sería el fin de su calma o de su fuerza

al aproximarse geométricos en colisión profunda,

cómo fuera cada uno con el gesto de este mundo

repetido en los días de la humana escena.

Cómo sería la impronta de la nada en un espacio

si con el humo de la chimenea que vuela

surcara las márgenes de su interior

con ademanes ciclópeos de aliento en llamas

y más adentro poblara con todos

los horrores su existencia.

Cuál sería la mirada interna hasta el exterior

si la pureza del ángel que surca el cielo,

cayera con la material forma de una vida

sobre una concurrencia de piedras en la tierra.

Dónde su cadáver... desde qué templo

sería sonido apocalíptico de trompeta,

decidiendo el juicio del infierno o paraíso,

sin tener el Verbo de Dios desde su primer día.





Nancy Santiago Toro
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El amor me dijo…





El amor me dijo…



El amor me dijo al encontrarte...

que avanzara con ojos ciegos

 por las sendas de tu nombre,

que siguiera el trazado

hacia el destino que se moja con el río

por los rumbos ascendentes,

 por los riscos entre nubes,

aunque luego fuera catarata

 en derrumbe gemebundo

que sabe caer y proseguir

en el mismo cauce

con el temblor del agua

que humedece primaveras

o con el impulso hacia el mar

que te ahoga sin temores.


Me dijo, que escuchara tus palabras

saciadas de silencios

como él escucha los vacíos,

las ausencias, lo lejano,

pues su voz y lenguaje

es el expresivo sentimiento;

él sabe palpitar el latido

en todos los vocablos

como el auténtico autor de la enamorada idea

que nutre vanas ilusiones al contacto.


Me dijo que atara tu piel al tacto

inquieto de mi mente,

porque ella sabe cumplir

las promesas sin las manos,

siempre logra la caricia desbocada o leve

y sin esperas ni final sobre el cuerpo deseado.


Me dijo que te amara con su corazón rusiente,

pues hay corazones que de tanto

invierno tienen fallas

y así te amé, aun sin saber que el fin

habría de ser la profusa añoranza,

cuando te vuelvo a encontrar en mis sienes,

y es que el amor nunca me dijo...

cómo podría olvidarte, mi amado.




Nancy Santiago Toro
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