Recuerdos
No concluyen, se obstinan los recuerdos
y como arboledas mentales
evidencian las semillas, los brotes, espinas,
los frutos, las palomas y el nido
en concurrencia con las formas
al alcance, en regreso cíclico,
con brisas de ayeres entre sus frondas espesas
al mostrar su frescura en pleno dominio.
Pueden semblar el follaje que dentro aprisiona
un puñado de etapas fulgentes
sobre una oferta de sombras tendidas
o la exaltación del silencio que mueve la albura
cuando arropa alguna compañía de trinos,
mientras las copas en zarandeo
convulsionan las ramas pobladas
del melancólico aroma desde su verde latido,
por los caminos que busca la mente que añora
la cosecha que aún madura a su ritmo
y por ser la costumbre que muta y renace,
porque, una y otra vez, vuelve lo que ha sido.
Recuerdos... como un desfile de hojas en vuelo,
meciéndose como amotinadas memorias
que atraviesan el alma para caer de nuevo al vacío.
En monólogo silente, hasta la sangre roja
donde mezclan sus tonos
heridos, acompasados, luminosos, negrizcos,
desde las raíces que fueron jardines,
fragancias de alturas
con los acostumbrados rocíos;
flotantes como simples copias
de aquellos paisajes que la añoranza
retiene en lo íntimo, para quedar esparcidos
entre la densa bruma
donde recaban el minúsculo brillo,
cuando los ojos saben cubrirlos de lluvia.
La que sucede por dentro sin pedir permiso
para florecer la activa nostalgia que brota
sin frenos detrás de los vidrios
por el largo y ancho de la vida
que la acoge como un fecundo Amazonas.
Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©
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