Si por ser, soy en rebeldía
insurrecta, desde luego, en frenesí
y mala o buena me encuentro
en el camino un Charlatán de cuerpo entero,
me agrego el pecado caprichoso y colosal
de partir en dos o en tres
el canallesco caminito del tipejo.
Con la urgencia del viento más severo
me sumo el crimen, sin piedad,
que acaba con su vicio de jugar con fuego,
y por jugármela, de igual a igual,
cruda, sofocante y eficaz
en los extremos que me sobran
lo coloco a fuego lento en el infierno,
a puerta cerrada y sin ventanas.
Para culminar su papel
de engatusador en llamas
lo remato en el crematorio del olvido.
Solo por saberlo calcinado
en la tajante fosa de mi total indiferencia
y en el último momento de cantar victoria
con la concluyente y explícita mirada
que termina de enterrar al muerto,
me volteo a sangre Fría,
sin poder evitar la Siniestra carcajada,
cuando me apetece reírme mucho,
Escalofriante.
Y con el glacial ultimátum de la tumba
en la clausura, exactamente,
elijo el largo viaje del invierno.