Tarzán entre espinas
Inmerso en la hondonada de las voces
desvestidas de piel en travesía,
daba el Tarzán la hostil anatomía
de mal amante, de insociables roces.
Más adentro, su vida, cual Caverna
concedía el negror, la roca oculta
como si el hombre fuera catapulta
en medio de la noche y sin linterna.
Jane, a man salva, huyó sin el retorno,
atrás quedó Tarzán monomaniaco
en sequía de espinas dando giros
de ansiedad, con los gritos del trastorno.
Ella, con todo el gozo en los suspiros,
echaba al gran salvaje en hondo saco.