Tuesday, June 4, 2019

Cara a cara






Cara a cara




Entre la eventualidad y la prudencia

no encontré los códigos de máxima caución

para distinguir los hombres buenos de los malos

y aconteció el arriesgado desatino

de lo que no se busca y sin querer se encuentra

o de hallar lo no extraviado,

porque sin cuidado y protección

fui a dar con el peor de los cánidos.

 

Y allí estaba como raposo de pelaje negro,

ofreciendo malicioso la conducta

agravante del perjuicio,

preparando el antiguo salto de la astucia,

allí era infernal cual bicharraco

con el aullido del terror en las ganas de la boca

y el símbolo del poder en los colmillos.


Su arrojo… activo y maquinando

la sorprendente muerte tras las ramas

como la más fría de las bestias y más aterrador

que el hijo 'e puta más torcido,

siniestro en el realismo de las sombras,

guachinango y perversamente el arrastrado,

desde la túrbida selva del sadismo,

acercando ante la hembra su ataque temeroso

y el ultraje en el melodrama del sigilo.


Ruin, truculento y despreciable hasta las patas,

merodeando con la sangre

despiadada del maldito

que acecha con las mañas del provecho,

mientras afilaba la furia

bestial de la violencia

y el maltrato de sus putas garras

tras la carne, siempre tras la carne de los solos,

porque es la obsesión delirante de su joda;

el recurso primordial de su emboscada

para darle el gozo de la vida a su respiro.


Menos mal, que le vi las babas

del hambre a la distancia

y el ademán habitual de los carnívoros,

y como buena cazadora o superwoman

le tiré la carnaza de la dulcísima ternura,

despacio, muy despacio, despacito,

¡ah! cual descollante práctica de guerra

en cualquier ataque de enemigo

y, ¡ay del zorro!, ahora quién lo viera

acorralado, cazando sus complejos,

mientras maúlla la tristeza desde lejos.

Como si asomara la figura de un gatito.



¡HELLO KITTY!




Nancy Santiago Toro
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