Tuesday, October 2, 2018

Tu íntima presencia





Tu íntima presencia




Tu mirada en revuelo sobre mi silueta,

en un viaje por las emociones del silencio,

al fondo la canción "Después de ti" sonando

y tú, aunando a mis oídos el roce inquieto,

el que quiebra la quietud con la palabra,

el que rompe la piel con el repentino beso.


Allí, los dos de frente como dos extraños,

pero tan conocidos en lo que llevamos dentro,

con la mente fija en las íntimas cosas

que se quedan en un rincón del alma,

aunque las pretenda gastar el tiempo.


Tu iniciativa toma mis azoradas manos

y cuánto comprendimos en mutuo acuerdo

al pasar tan suave por mis voluptuosos labios,

al seguir por mis caderas y la curva de mis senos,

otra vez imprimiendo las ansiadas huellas

en el itinerario de mi nombre,

en el calendario nuestro.


Ahí, donde unas paredes gastadas

 rodean este remanso

como si fueran las de esas catedrales altas

que no permiten el pecado del deseo,

mas por clemencia del amor

cubriendo piedra a piedra

la ascensión atenazada de dos cuerpos.



Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©






¡Qué delicia!





¡Qué delicia!




Si ya recorren mis rosas carnales

con el almíbar del deseo

y se anudan mis pétalos a su melífico aroma,

cuando los muerde su placer como si fueran dedos,

aquí, donde se liberan olores de contactos libres

que dejan la palpable humedad en mi cuerpo.


¡Qué delicia!, que te apoderes

de mis versos con insistencia,

mientras la dulzura de mi piel

es portadora de amor en otro encuentro

y del festival de mis emociones con su entrega,

y de ese baile de la lengua que los dos sabemos,

entre una furia de latidos que se desatan

al unísono para entregar el gemido al viento.


¡Qué delicia!, que vacíes tu boca por mi rostro

con los besos nómadas que se van y alejan

y sentirte, invisible mío, con tus gestos y palabras

como si brotaran hojas nuevas de troncos muertos.

Como si las ramas allegaran aquella

tos seca de tu garganta,

la que arboricida pretendía

para mis oídos un canto nuevo.


¡Que delicia!, saborear del mismo

fruto una y otra vez

colgado de tu espacio

con las reaparecidas semillas negras

y la corteza cuarteada que hoy pertenece

a todos los huecos de tu arbolario aspecto.


¡Qué delicia!, que hoy, bajo este sol del mediodía

existan otros rayos ardientes reposando en mí.



¡Qué delicia!




Nancy Santiago Toro
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Es que tú… mejor te lo digo en versos





Es que tú… mejor
te lo digo en versos




Me cobijas con tus manos, estrechas mi vida,

promueves con tus labios masivas sensaciones,

yo provoco el jovial gesto en tu sonrisa,

tú causando las huellas del amor en mi semblante,

cuando te acercas como el cálido clima;

pronóstico del tiempo en todos mis rincones

que despeja el estado complejo de neblina,

cuando evocas la animación

de la vida con el roce

y asciendes la temperatura de puntillas

con ese ardor de venas que ya conoces.

Provocando el cambio climático que genera

la entalpía del sentimiento por partida doble,

porque somos entorno abierto sobre la tierra,

el festejo que habita en los colores,

semilla con intención de naturaleza

que recrea a los ojos, que los sentidos oyen;

garbosas figuras del paisaje

que al natural se entregan

al quedar la ropa tendida para amarme

con el rumor azul de la marea encendida

que me consiente desde afuera hasta la sangre.




Nancy Santiago Toro
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Este amor tuyo y mío





Este amor tuyo y mío




Ayer el silencio era residuo

del lenguaje por la tierra,

era copo de nieve matando mis rosales,

el asesino de la palabra diminuta

entre las venas y de la idea 

quebrada que despidió una tarde.

Era la parte, sin contacto, tuya y mía,

que al soltar las manos se me quedó en la carne

y aunque esos ayeres pasaron casi invisibles,

sin tu voz, sin tu presencia, sin embargo,

en mí cada día viviste como la imagen interna,

porque en las sienes permaneciste a salvo.

Muy cerca la retuve hasta que tú vinieras

y quebraras en mis adentros lo callado

para integrar tu presencia a mis palabras

 y cubrir tu regreso entre mis manos,

para que los nervios delataran, furtivamente,

que el alma que se arrastra conmigo a cuestas,

aún te percibe y tiembla en total entrega

como si te hubiera guardado en ella todo intacto.

Y hoy al despertar temprano en la ventana,

me saludó el sol de otro día apresurado,

me trajo de nuevo el perfume de tu nombre,

y el paseo de tu voz expresando la caricia

para las suaves formas de esta inspiración.




Nancy Santiago Toro

Todos los Derechos Reservados©







Amor de mi vida





Amor de mi vida




Me encuentro en tu sentir a gritos,

te encuentras en mi sentir callado

y no hay duda que la prisa del latido

nos lleva a ambos de las manos.

A pesar de los rituales del invierno

y del tiempo sin ti en mis brazos

hemos guardado el recorrido nuestro

en lo inmortal del alma como raíz al árbol.

Y te has quedado, sin tú saberlo,

en las venideras huellas del mañana,

esas que hemos vivido en lo soñado,

las que huelen a primaveras frescas,

a espesura de bosque, a rutas de campos.

Por que así sucedes cuando en mí eres

como agua al río, como paso al rastro.

Inseparables, como es la orilla a su camino

y es la amelga que se une al paisaje desolado

para poblarlo de un encuentro tuyo y mío,

de los aromas de la rosa y del geranio,

de amaneceres que se completan en lo íntimo,

del desnudo que estalla sobre lo amado.

Allí extender el marco del presente

con todo lo demás que ayer colgamos

para seguir creando contornos, facciones,

líneas, formas para el arte de la vida

con el amor en la sangre al expresarnos.




Nancy Santiago Toro
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Atados al paso del tiempo





Atados al paso del tiempo




Encadenados vamos al paso del tiempo

como si fueras los minutos de mis horas,

tan ceñidos a su pasado movimiento

y tan dentro del inagotable ahora

que desintegra presentes que perdemos,

mientras va creando anhelos entre otras cosas.

Ambos aferrados al origen de ese sueño,

a su calendario, a su vaticinio, a su ayuda,

a la espera taciturna, cuando tanta lejanía nos deja

en unos brazos erguidos que se buscan,

para dar el abrazo que exige el afán del cuerpo

y allí eclipsar como dos almas que se adoran.


Estamos atados a través del viento,

en este sostenido caminar en contra,

cada vez que me roza la caricia de tu nombre

  y hacia la nada vamos como aladas hojas,

aunque podamos sentir, los dos, el mismo cielo

entre una recua inacabable de memorias.

El gesto noble que libera el adusto invierno

para que busquemos el calor que en los dos reposa

y al convertirlo en fuego pase a nuestras manos

como un sol sobre la carne textual dando

las palabras de los labios que se aman en silencio.





Nancy Santiago Toro
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El baile de amor que nos debía el tiempo





El baile de amor que nos debía el tiempo




Hoy sé que bailaremos la balada del tiempo

en los relojes que una vez soñamos,

será una danza en el viaje de un momento

con los dos iniciando la técnica del paso. 

Porque bailaremos, es ya casi un hecho,

en mí he logrado sentir tus brazos,

solo falta que mis dedos sean a través del viento 

hasta las palmas abiertas de tus manos.

Palabras no harán falta, solo gestos

para manifestar las almas danzarinas

sobre esta melodía que nos une en el espacio.

Y me dejaré llevar por ti y serás artista

de mis inquietas emociones, entretanto,

se agudizan al compás de los sentidos,

los ojos con arrebato adolescente, al mirarnos.

Y será el entorno tan indiferente,

seremos solo tú, solo yo, canción y tacto,

y un temblor desde el pasado hasta el presente

irá recorriendo cada movimiento en ambos.

La sucesión de memorias rozando rítmicas,

flotarán como sonora materia al canto,

mientras aminoran las siluetas con la prisa

que termina una melodía triste en lo lejano.

Luego, el continuo silencio regresará a la pista, 

simultáneamente, con nuestros párpados cerrados

y en el rostro la sonrisa recién nacida

nos hará sentir que alguna vez bailamos.




Nancy Santiago Toro
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