De un lado al otro
Antes, que la saliva mojara
las tormentas del silencio,
le ponía agujeros a la voz,
donde se posaban las palabras
como pájaros de aire y por el aire
hacia los tantos rincones encerrados
que se dicen con el abecedario de otras casas;
espacios que se agachaban como un entierro
para igualar el ataúd de los ausentes.
Por eso pude verle la ausencia mejor que nadie,
solo a veces mostraba unos pedazos de existencia
como pequeños ratos con ganas de un suicidio.
Mínimos instantes que, en cuestión de un segundo,
se convertían en animalitos juguetones
para romper el lunario de la poca compañía,
hasta que aprendieron en pequeños saltos
las piruetas de una muerte.
Ya no tengo esa tumba en el cuerpo.
Desde que estoy en el paseo de otros ojos,
la travesía es más fértil en la mirada,
los días sudan la marcha que nos ocupa,
los viajeros momentos del camino
caben en las huellas, más completos.
Ahora, las caricias hacen un hogar en mi piel,
una presencia construye cercanías.
En la vida hay alguien que instala un montón
de sus venas en mi sangre, incluso el tacto
ejercita unas manos que sujetan.
Las sonrisas que amanecen no voltean la cara.
Su amor tiene más luna, más sol, más corazón
en su equipaje y en su boca habita un lenguaje
que desconoce los azotes del sonido.
Se disfruta el cambio cuando llega el amor esperado. Un poema que hace muy especial la lectura, me ha encantado. Saludos.
ReplyDeleteCelebro que te haya gustado esta lectura del cambio oportuno. Muchísimas gracias David. Es un gusto saludarte.
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