Una caravana de versos
Y era yo hacia lo que aún no vemos,
desde la mirada de mi avezada casa,
me decía adiós el incansable perro
como sembrando un eco en mi garganta,
donde se atascaba un llanto de terruño
que con atiplado dolor me acariciaba.
Seguía y las ventanas del silencio
parecían que a mil kilómetros gritaran
y ni hablar de lo que dejé adentro,
aquella fuerza de un “no te vayas”
que partía en dos pedazos a mi pecho,
uno quedaba en un desierto,
el otro en una mar salada
y se desprendía aquel trayecto
que agrandaba la distancia.
Caminé y hallé una caravana de versos
amontonando un bullicio de palabras,
me acerqué y fue mágico el momento
al decidir que seguirían mi marcha
en las policromas primaveras,
valles sedientos, laberintos de soledad,
ríos de escarcha,
aunque en la profundidad del tiempo
quedaran los pantanos del olvido
y los pasadizos del ensueño
donde se acurruca el alma.
Los vestí con el sabor de la experiencia
la luz del objetivo, etapas de la vida
aromas de nostalgias, fracturadas derrotas,
con el brillo de los sueños
y con las flamantes victorias
que más allá se apagan.
Llené su materia con los sentimientos,
con la pena, la alegría, la esperanza,
el calor del fuego, el amor pleno
el grito de la rabia, la traición,
y la transparencia de muchas lágrimas.
Les di forma con el molde de la rima
al ritmo que en el corazón se forja
y así fue que los hice míos
para que no fueran peregrinos
en la absoluta nada…
Y solo para ser en ti
el cuerpo de un poema.
No comments:
Post a Comment