Perfumes del ayer y hoy
No quedan para siempre las fragancias,
aun si perturba el efluvio de su estreno,
arriban al aliento con confort de nombre,
insinuantes de placer entre los verbos,
de aventura, cuando su suavidad se ciñe
a los sentidos y al sabor del cuerpo.
En un plan de efecto sin constancia
fusionan con el suspiro en vuelo,
dejan la ruina placentera del aroma
carecida de forma en los viajes del recuerdo,
sin estrechez dentro del contacto,
porque mezcla con el sudor su empeño
y se hace imperceptible en el andar del caminante
al quedar su seducción evaporada con el viento.
Perfumes del ayer, del hoy, pasan
por la piel en mito de cortejo,
filtran la porción de una esperanza
para despertar el trémulo de un sueño,
fascinación irrumpida que cada uno aspira
con historia para el futuro tiempo,
aunque su dirección pierda la iniciativa
si la mata el mismo que la absorbe con esfuerzo,
aun sin saber que otras veces su íntimo preludio
pudo capturar corazones por entero.
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