Arrullo de nostalgia
Cuando el día rueda con tu cuerpo
hacia el horizonte de la tarde en despedida,
como si tu adiós fuera crepúsculo en descenso
dejando un mapa de nostalgia en mis mejillas,
sabe alcanzarme tu undosa mirada
de mar alborozado sobre el vuelo de la brisa
al verter tu presencia como sinfonía profunda
de arrullos bien unidos que acarician.
Te siento, agrandas mis espacios
como si fuera de cielo tu anatomía
y voy contigo, nube hacia tus brazos
para descender juntos en cada gota de llovizna;
fuente celestial que a nuestra sed se aúna
para mitigar la necesidad que nos afirma
en el marco de amor que al corazón rodea
y sostiene sin cansancio, la retina.
Cuando la noche va ocultando tu estrella
por que el tiempo impone a tu destello
un descanso ineluctable entre rendijas,
respiro y se anuda mi luna con tu alma
y a mi pecho, tu fragancia de melancolía
e inventamos un refugio en mi almohada,
y en mi sueño dionisíaco te cobijas.
Las sombras, con temblor en la ventana,
son brumas de tristeza momentánea
que se abrazan, son las tuyas, son las mías.
Cuando extraño tu ser con la fuerza universal
que insiste tu momento en un ahora,
la distancia se quiebra,
empequeñece, te aproxima
por los atajos invisibles y angostos
que hallamos en los rincones de la vida
y, de nuevo, tus besos en el nido de mis labios
son una bandada de gaviotas
revoloteando en las orillas.
Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©
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