Un te quiero unido a tu nombre
Callar la algarada del amor que por ti habla,
apretar su voz de historia hasta enmudecerlo
o girar nuestro encuentro hacia aquel entonces,
donde tu camino buscaba mi trayecto
y aplacar la hoguera colindante de estos corazones
que desvelan de pasión bajo el mismo cielo.
Sembrar los ojos en el sueño de la luna
y allí buscarnos, desde su nación en blanco
como ángeles ausentes al fondo de un reflejo.
Obviar el idilio que propulsó en la sangre
y se extiende como mecha que detona el tiempo,
como un vocablo encendido en las miradas,
cuando platica su emoción con el silencio
al revelar el fulgor del sentimiento desde el alma
con la hondura de la luz que guarda el universo
o sea el fragor que revele franqueza sin palabras
o impulso estentóreo que no precisa del lenguaje,
cuando expresa transparencia en unos versos
con pulso de campana que intensamente llama,
en alborozo repetido para hacer vibrar tu pecho.
Encerrar una zaragata de sentidos, no puedo,
si su fuero intrínseco no entiende de prisiones,
aunque la razón procure la cómplice batalla
con el encaprichado guerrero del tormento;
lucha perdida, si un te quiero logra hacer la paz
que posibilita el alboroto andante de la vida en los senderos
como explosión de amor que rompe el mutismo del espacio
o chispa que se agranda al unirse con tu nombre.
No comments:
Post a Comment