Cubierta de invierno
Sin apliques arribé con mi amor a tu ventana
como albor de primavera, como simple ruiseñor,
avancé con la temprana dirección de nubes blancas
para librar tu nombre del silencio con mi voz.
Sin retirada, insistí más que las auroras,
canté con gracia sobre el árbol, el vergel, la flor,
renovaba el tiempo, yo aún pendía de las ramas,
mientras las noches pasaban en caravana por los dos.
Adentro, tú y el calor confluían en las sábanas,
afuera el acerbo frío se enroscaba en mi dolor,
que de tanto procurar mi corazón tu alma
supo hallar en mi aireado cuerpo, habitación.
Tú, te paseabas tan seguro por la vacía casa,
por los rincones de la ausencia y en solitario rol
buscabas de cajón en cajón otras tantas cosas,
algún dónde o el cómo de otro destino en el reloj,
y no viste el vagar de mi sueño por las horas,
él no fue urgencia en tu calma, mucho menos yo.
Y volvió a pasar mi amor por tu ventana,
esta vez rodó con temblor de lluvia y un adiós,
enterró en el suelo cada gota de su pena.
Tú la cubriste con tu invierno, sin más sol.
Nancy Santiago Toro
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