Palidece súbitamente el rostro de la tarde.
El sol furtivamente se esconde tras la niebla.
Las nubes moldean sus figuras con alarde,
mientras el viento bohemio las pasea con cautela.
La soledad camina conmigo por la calle,
siempre tan segura cada vez que llega;
presume el silencio ceñido a mi talle,
mientras cubro la amargura de su entrega.
Me abaten las multitudes como marejadas
al usurpar todos mis rincones con afrenta
y sus voces de aire como burbujas dispersadas
tratan de llegar, pero mi ser las ahuyenta.
Al vacío, donde una tempestad de dudas libera
a un pasado y a un futuro en un abrazo a ciegas,
donde las preguntas azotan y la esperanza espera
la respuesta de tu amor que busco y me niegas.
Solo es mi paisaje, adentro la ausencia es calavera.
La tristeza ha gastado mis huesos y se arrastra
igual que la noche hacia mi alma, me devora como fiera
y de un trago soy como ella, negra, negra, negra.
Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©
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