Lo que muchos ignoran
Aún seduzco al trajín de mi destino.
Incluso lo estimulo y me provoca
ser un jardín si es primavera erguida,
ser torbellino si acerca un ventarrón.
En todas sus maneras
he sentido sus temblores
en el fulgor de mis deseos,
aunque las ganas del futuro
y de otras muchas sienes
hayan intentando apagar mis luces
con sus oscuros inviernos.
Todavía soy aquella mujer
que camina sobre las palabras,
solo para cruzar los límites de la vida.
En esa diminuta franja he probado
el néctar del tiempo
en su más profunda eternidad,
he pisado la carrera en medio de su arte
al compás de mis pinceles
y aunque no lo crean en sus campos
de batallas he cosechado las mejores siembras,
ellas han cultivado este mundo interior
que solo a mí me pertenece.
Por eso no me extraña que las hormigas
quieran subirse a mis espaldas
con su arsenal de contrabando,
para prolongar su viaje estéril
por los surcos de mi piel.
Decía... que hay largas caravanas
que dependen de mi cuerpo
o de mi movimiento o de mi actividad,
simplemente, porque son incapaces
de vivir dentro de sí mismos.
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