Destructible, inminente.
Severidad cargando móviles criaturas,
desde su escalón de sombra y sombra
hacia los dormitorios de la muerte.
Ágil para acabar la presa por los labios,
maligno para ocultarse agresor
como el silencio
que busca los círculos del encierro,
tras saberse de la palabra, el asesino.
De seguro, no habrá otro mundo
más alto que ampare
los cuerpos del asombro,
súbitamente, en la sorpresa
que les arrebata lo más etéreo
de lo invisible, la esencia.
Así de brusco debe ser el golpe de gracia
que tumba el paso de las perturbaciones
y quién sabrá
en qué barro del abismal descenso,
en qué hueco del momento fúnebre
serán los trozos glaciares
del fin extracorpóreo.
En qué después habrá ojos
con vistadas de tsunami alcanzando
la inmensa medida de la ausencia.
Qué monólogo correrá con soledumbre
hacia el espacio del jamás absoluto.
Dónde los recuerdos fatigados de vuelos
gotearán su vertiente irreparable como el río.
Sin saberlo todo, intuyo que más allá
de su alcanzada hondura,
los que se han ido,
saldrán como luces migratorias
hacia el instante visual de un rayo
como una tribu de almas dispuestas
a enroscarse, por voluntad divina,
a todas las posturas del agua,
a su vuelco de sensaciones.
Como, si a modo de ternura,
acercaran la huida de un abrazo,
aquél inmensurable de abandono
que para dos, fuertemente,
se llevaron entre las manos.
Nancy Santiago Toro
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Wao, qué imágenes, qué inspiración y creatividad te llenan para escribir tan bello. Es un paseo lírico donde cada línea es una imagen que invita al disfrute total. Tremendo, gracias por escribir tan bello. Un abrazo lleno de amistad.
ReplyDeleteCuánto me alegra que lo hayas disfrutado, me honras con tu presencia y bellas palabras que atesoro. Un gran abrazo Daniel.
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