Su palabra
Morbidez tiene el aleteo de su voz,
casi de nube que pasa
en susurro de viento.
Sosegada es cada palabra
al topar con la luz
cual respuesta aluzada,
nutrida de cielo en su ascenso.
De regocijo colma cada razón,
habla con festival en la sangre,
desordena sonrisas de niño contento,
colorea ideas con la primavera encendida
y me construye otro mundo
con labios de ruidos discretos.
Sabe llegar al carmín de mi boca
con la amplia energía
de la algarabía del fuego
y es tanto el calor de su pecho
que me quema la vida,
cuando escucho su acento,
cuando me trae el sonido
extendido que nace
de cada estrangulado silencio.
Al decir el animado saludo,
el avance habitual del suceso,
al expresar el pensamiento conmigo
con la mirada y los dedos
en un vaivén de acompasados sentidos
que fabrican en rojo los verbos.
Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©
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