Poesía gótica
Duerme, descansa
Nunca entraría al foso de tu sueño.
En ese escenario sobre el aire
que se abre como un bosque maligno,
lleno de ramas que se congregan como hienas
siniestras antes de convertirse en manos
que abandonan la vida.
No llegaría, no. A la pesadilla
que construye los arañazos del horror.
En ese lugar donde se mueve
tu penumbra diabólica
y la peregrinación de tu espectro
(tan fascinante cuando profana
el interior de la noche
en forma de cuervo con plumaje de cenizas),
en esa bóveda de los párpados cerrados,
jamás podrías oír la visión de mis pisadas.
¡Bendito sea el cielo que te dejó caer
en el hoyo negro del adiós perpetuo!
Duerme repugnante cuerpo del mal
dentro de tus penas sepulcrales,
descansa en las horas póstumas de un amén.
Fluye, dulcemente, en el consuelo de la oscuridad,
mezclate con las sombras de los ausentes,
alarga tu melancólico reposo
al otro lado del vacío,
donde la palidez de tu invierno
se hunde como un llanto podrido
dentro de la tierra
y no te sacudas el frío de los restos olvidados,
no podrías salpicar la naturaleza
que no te pertenece.
Nancy Santiago Toro
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