Borinquen mía
Tierra fecunda que procreaste llanos
donde jugaron mis tiernos pasos,
en ti corrieron jóvenes mis júbilos
y en ti enterrados dejé fracasos.
Te florecieron puros todos mis sueños,
los vi crecer en tu cielo raso
y, entre tus lomos sangermeños,
te dijeron adiós al volar mis brazos.
En tu azul celeste imploré mi suerte
y te miré de nuevo para no perderte.
Te seguí mirando, aun sin poder verte
mi tierra bendita de montañas verdes.
Besó triste mi alma tu lejanía,
mi rumbo de tus sendas se despedía
y arrojé en tu mar indómito mis fantasías,
mas se bebió mi corazón tu gallardía.
Hoy mi orgullo te llama isla adorada
y tu interior me grita que eres bravía,
como tu historia en sangre llevas marcada,
así te llevo en mis venas, ¡Borinquen mía!
Si mi corazón, tu amante, así te extraña,
quiera Dios escuchar mi íntimo anhelo,
que al final mi cuerpo se funda con tu suelo
para quedar dormida en tus entrañas.
¡Oh! Puerto Rico, joya preciada;
encanto del mar que bajo el sol brillas,
te llevo en mi pecho siempre colgada
y mojan mis lágrimas tus orillas.
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