Mi corazón te entrego
A ti, oculta efigie del silencio
que aguardas el brote de su boca
con el beso cultivado para tus labios
y el saludo cotidiano de sus ojos
sobre tu silueta de amante que sueña
con su desnudez y desvestido aroma.
Vida que aguardas tan callada,
sin mostrar aún el hilo del destello
que va avivando el fuego de tu llama
en el fino paso de sus horas
hacia tu femenil momento.
Tú, la de manos diestras y alargadas
que lo arrimas a tu espejo, tan adentro
tuyo tienes su imagen desde lejos,
sin saberlo él, sin saberlo nadie,
solo yo porque lo presiento,
cuando siento tu sangre corriendo
como río animoso hacia su sendero
para acariciar la historia de su cuerpo
con la humedad de tus secretas formas,
porque tu piel reclama su tacto
tembloroso con destreza de alfarero
para la tibieza táctil de tu amor.
Mujer... que casi alcanzas su divino cielo
como nube traviesa y juguetona,
así como fui en él aquellos días
con el ritmo retozón de otro viento,
donde perdí mi vuelo de gaviota,
cuando un invierno de su alma
me llevó a otra rama, al nido del olvido
él que no proyecta el cercano verde,
desde el remoto tiempo
que permanece en sombras.
A ti y solo a ti, mi corazón entrego
lleno de esas tantas cosas que guardé
y no pude darle por su anticipado gesto.
Está vivo y abierto para que lo ames
con las primaveras que en el poseo,
mas que no sepa, que no sepa nunca
que ese corazón es aquel nido,
donde todavía soy esa gaviota.
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