Mi travieso lucero
Como lucero suspiró la grandeza de la noche,
desde el Cosmos exhaló la nostalgia del deseo,
burló al firmamento, pendió del horizonte
y por inconforme rodó y logró besar mi pelo.
Hoy es rumbo hialino, voz de universo en mis ojos,
expresión cósmica que se anida en mi pecho
al principiar su marcha penetrante en mi sangre
a través del temblor que pronuncia mi cuerpo.
Se desliza voluptuoso por la piel del costado,
traspasa la carne con la dimensión del destello,
recorre mis caminos, los nuevos y andados
y con tacto tibio es la frescura del gesto.
Es fulgor que ondula sin renuncia en el aire,
circula la luz de la vida en cada momento,
seduce la existencia, como sol acompaña mi viaje
y dentro es llamarada que no se apaga en el tiempo.
Arrima mi carnal vestidura hacia nuevos colores,
desde el telón crepuscular que abre hasta el suelo
y al unísono desmayamos un calor de emociones;
nuestro mundo interior desatado en el viento.
Y en transparencia somos por lo alto y lo bajo
como afirma la descarga luminosa al trueno;
tonada de cielo que se escucha en el rastro
y la luna testigo lo sabe en silencio.
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