Hay un cúmulo de alocadas ansiedades
exhaustas por el peso de un hombre,
atrapadas en mis ilusas voluntades
y a la merced rutinaria de su nombre.
Una espesa neblina cubre su mente,
un velo oscuro toma asiento en su mirada,
tan cerca estoy como su aire y no presiente
que soy su amiga con el alma enamorada.
Sí, la amiga que él busca de repente,
cuando hasta el sol es pura cachetada;
compañeros de vida y aún no siente
que por él he sido hasta brisa anticipada.
Soy la que alienta la palabra indiferente,
cuando su vida tambalea como hoja en rama
y soy la risa que, en enérgica corriente,
ansía el beso que en su boca se derrama.
Él es el amor de todo mi universo,
yo la marea azul del cielo en su mirada.
Él es mi sentimiento escrito en cada verso
y yo soy la hoja escrita que quedará olvidada.
Y seré cualquier luz de otoño o primavera,
disipada en sus largos caminos de veranos,
a la vez, él será en mí, la nieve pasajera
que rodará silente por mis entumecidas manos.
Mas sin saber que lo amé una vida entera,
vivirá como río rodando en otros brazos
y yo seré la amiga, la que antes era,
siempre el mar recogiendo sus pedazos.
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