Se me olvidó decirte,
que te fuiste sin marcharte…
que abriste un estruendo de dolor al irte,
que a mi corazón en mil pedazos lo parte.
Y espabilados permanecieron los sueños
de tanto verse en tus caminos forjados,
sin salir de mis ojos se hicieron pequeños
al saberse en mis madrugadas anclados.
Dejaste moribundas palabras tiernas,
las que nacían trémulas en mis labios;
esas que hubieran sido emotivas y eternas
como las que dejan en el tiempo los sabios
y los escalofríos que soltaste en mi pecho
al temblar tus caricias de antaño,
turbaron deseos en mi lecho
que enloquecieron de furia mis años.
Olvidaste tu calor en mis brazos,
impregnando nostalgias en mis huesos
y quedaron en mis labios tus besos,
con ansias aguardando tu regreso.
Sin ti, dejé caer mis lágrimas al suelo
y enlodando la dirección de mis pasos,
bebí con la tierra mi desconsuelo;
testigo fiel que me sostuvo en pedazos.
Y dejaste grabado tu nombre al irte
en un corazón que no dejó de amarte.
Se me olvido decirte
que te fuiste sin marcharte…
Nancy Santiago Toro
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