A un ser muy especial…
Hay una mujer en todas las ventanas,
en todas las puertas de mi vida,
acude con presura, ella es sin retraso,
es paisaje y a la vez asoma un mundo
que se agranda...
Pues lleva adentro y sin cansancio
el mecanismo del día y de la brisa.
Tierna cuando germina su gentil saludo
y manifiesta el grácil entusiasmo
de sus ojos de su gesto y sus mejillas.
Suele reposar el ruido interno en su mirada
con el urgente pálpito del rezo
y el parpadeo del silencio de inmediato
es la aventura de la nube
con la bendición del cielo.
Revela la grandeza conquistada
en la pequeña medida de sus manos;
carne orlada de rastros y de huellas
que reafirman las venas del cariño.
Manos del tacto y del afán que han dado
formas y trayectorias a los caminos
y a las bandadas de sueños en lo alto
que han porfiado el vuelo como alondras
en cada giro de la tierra que da su trigo.
Manos que alzan el ánimo quebrado
en cada adiós que eleva en sacrificio
y palmas que moldean el abrazo
en dulce oferta
con las dignas marcas de los hijos,
con los dedos ciegos, pero abiertos
hacia el inagotable futuro del sembrío.
Hay una mujer pletórica de sonrisas,
de toda su armadura..., la más blanda,
como tiernas partículas en el aire
que logra desechar de su ser herido,
con ellas ha combatido fiascos
de valientes y las miradas a toda vela
que arrastra la distancia hacia otro azul,
mientras la estela de todo lo que arranca
queda en el refugio de su sangre protegido.
Con ellas alarga miles de horas aún felices
y otras con menos suerte asoman desafíos
de los ayeres sin bocetos que vive el cuerpo,
con ellas vence soledades,
con ellas viste los vacíos.
Hay una mujer con gracia sosegada,
indefectible, desde adentro hacia el espíritu,
rodando en la jornada,
en el quehacer diario, en lo preciso,
con intimidad frondosa en primavera,
natural en los otoños amarillos,
definida ante la actitud del tiempo,
cálida ante la terquedad del frío.
Existe una mujer experta en la tarea
de amar con la frecuencia de segundos,
su amor es de alma sin restricciones,
es de sentimiento sin contratos
y su plenitud es con el único objetivo
de pasar por mi vida con existencia pasajera,
mas por mi alma con presencia eterna,
por ser infinitamente ella, MADRE MÍA.
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