Lejos
De lejos, tus ojos acercan la mirada
y mi ser te transita en cada esquina,
mientras espera la encarnada pisada
en el destino que en quietud se obstina.
Aun así, te veo en las vitrinas de la añoranza,
cuando tu latir expresa la soledad baldía,
allí, donde escoltas la íntima esperanza
de fundir como gotas, tu boca con la mía
en lo visible y con la firme temperancia
de no ser más en la atmósfera cotidiana
que agranda el vientre gris de la distancia
y un boceto de nostalgia en mi ventana.
El que jamás renuncia a la agenda concreta
del recuerdo y las mil formas de tu compañía,
desde que en mi pecho quedó tu vida sujeta
a las rutas del ayer que amanecen día a día.
Con aquel entorno de amor, en su epicentro,
que hasta hoy afina esta idea que enquicia
a mi ser en ti, como tu perla, muy adentro,
dejando mi cuerpo y alma en tu caricia.
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