De repente abril
Después del invierno se alza tu imagen desafiante
como la de un horizonte extranjero de su blancura
o como si fueras una advertencia en el vacío
en diálogo arrepentido junto a un cielo
que te rodea de mar alegre, de aire puro
y de paisaje interminable
con todas las distancias que nacieron contigo.
Erguido entre la transitoriedad azul, que después
del mediodía, ya bosteza, y con el regreso verde
que parece nunca haber partido
de la inmovilidad que te hincas hacia adentro
con la rotundidad del triunfo, mientras afuera
te acarician las mimosas lluvias abrileñas
que hace varios momentos anubarrados acaparan
con su coro de agua breve. Entonando el deshielo.
Bajo su altura calada me hallo y desde mí hacia ti
con la incomprensión de su arte húmedo
que empapa cada ángulo del día,
pero como si todo le perteneciera en una tarde.
Tanto, que hasta ha mojado las ausencias
que ayer soltamos, mientras jugaban
a esconderse tras la niebla que hoy las amamanta
en su vientre como dos suspiros breves
y a oscuras dispuestos a encontrarse.
Se han asomado con la desgana de brillar
un sol sobre el pensamiento que es cobijo,
pero hoy como ayer solo les basta una luz a oscuras
para llegar a ese disponible rincón seco
que no pide abono para una rodaja de futuro
ni esperas para una tajada de presente
y porque allí también, entre las sienes, es abril
firme en clima y color, aunque su espacio
solo retenga tu cabezo prematuro de cosechas
sobre el relieve castaño de mi nostalgia.
Qué hermosura de poema, lo disfruté dos veces, es tan lleno de nostalgia y de poesía que a uno le quedan ganas de seguir leyendo. Admiro tu gran talento, amiga. Un gran abrazo en este día.
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