Pareces ocupar el interior de las murallas,
tienes su acento áspero, su estar sin prisa
y el blanco del cemento sin protesta resaltando
el color del alma inaccesible, que no esquivas.
Afianzas tu existencia con su postura inmóvil,
al fondo posees la réplica de su fortaleza íntima
y te yergues con un frontis de quietud
que espera el avance de mi tacto más tangible
sobre el pasado de alguna grieta deslucida.
Todo tú... como ellas, sin tambaleo,
sin retiro, con irrompible firmeza de caliza
y sin derribar tu elegido asentamiento
en el pecho del planeta que te alza entre la brisa
con el entramado de la aprisionada historia,
manteniendo la solidez de la nostalgia,
mientras el revoloteo de mis pupilas incansables
te rozan con el viento sin principio y sin partida.
A veces contemplo tu ángulo más desierto
y como respuesta a los ojos que te miran,
ofreces con el marco de las impalpables sombras,
el físico más robusto en consecuencia subjetiva,
cuando cuelgas el mismo ornamento sin mudanza,
semejando el hueco de aquel beso, ya lejano,
clavándose hondamente como una herida.
Por donde se desliza el luto del sol
con el impulso de la noche, y mientras, a diario
es el golpe del futuro acurrucado en tus esquinas.
Mas tú como ellas, imponiendo tu paisaje
y preservando la estructura que levantas
con algunas puertas y ventanas fijas;
vulnerables partes que tienes sin defensa,
por donde entra y sale nuestro presente todavía.
Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©
Un poema de agradable lectura y de tanta belleza en las imágenes que se hace exquisito en su totalidad. Es un viaje nostálgico y a la vez muy poético. Una vez más gracias por escribir. Un saludo y abrazo amiga.
ReplyDeleteCon tu gentil comentario, amigo Daniel, lo disfruto de nuevo. Muchísimas gracias y linda semana.
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