Con los días encendidos
sobre el alma
Paso a paso y llegaste de repente,
las horas del silencio elevaban tu plegaria
o colaboró el destino o tal vez la suerte
o quizás de ayer a hoy era yo quien te llamaba.
Supiste saltar los espacios fríos entre paredes
sobre la horizontal y fugible fuga del alba
y el encuentro se hizo presente desde
un pasado que pintaba estas mañanas.
Y dos sonrisas discretas, frente a frente,
tallaron la curvada seducción sobre la cara
como diestras artesanas de un rubor alegre
que traspasaba, de lado a lado, la mirada.
Para zambullirse dentro de las pieles
y hasta el fondo de la vida prolongar su llama,
para deshacer todo calendario soterrado en nieve
y colgar los días encendidos sobre el alma.
Nancy Santiago Toro
Derechos Reservados©
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