Traspasa la vida y se queda
como cimiento de mis tantas razones
y adherido a la novedad de cada idea
que habla o calla, él mueve
la expresión del sonido o el silencio
de todo lo que soy.
Y logra ampliarse en la sólida
claridad del amanecido pensamiento,
mas dentro de la línea recta del concepto
viste los colores vivos de mis emociones.
Así conquista el presente en mi cerebro
y dirige el mundo de mi cuerpo en retozones
con el ritual del río en el trayecto
inquieto, pero seguro al mismo tiempo,
porque es mi piel el camino de su norte,
y es largo y cristalino el fluir del sentimiento
que avanza hacia la tierra de los sueños
en la incansable ceremonia del día y la noche.
Andanza audaz, rítmica y sin miedo
que nos hace en cada entorno aventureros
para conquistar la colosal fortuna del recuerdo
que libera y sella nuestros nombres.
Y ser al fin destino, réplica del mar abierto
en días de calma y con siglos de temblores.
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