Solo Él…
Soy la vida, desde su amor el origen.
Él es el autor definitivo de mis espacios,
quien los recupera de marañas hostiles,
los viste de seda con colores cálidos,
solo Él alienta los eternos abriles,
su oferta es soleada en los fríos humanos,
de un final marchito hacer lucir raíces
y sueños floridos de sus granos,
revienta de arenales nuevos jardines
con tallos de esperanza desatados.
Y todo comienza o todo sigue…
Él libera los días sin cansancio,
nos regresa al vuelo como avecillas libres
por crepúsculos abiertos y en sus manos,
mientras flota en el aire el visual desfile
de las mismas estaciones que pasarán de largo,
pues la vida caminante con sus distintos matices,
nos deja los latidos de lluvia, la actuación del verano,
las risueñas primaveras y el otoño rompible
con fachada de hojarasca en el escenario,
los inviernos con sus atavíos grises
y su drama de tiempos encorvados,
con caminos como hamacas o en declive
o con trayecto de agua en los zapatos,
pero Él nos traspasa con su dirección accesible,
desde el primer alba hasta el final ocaso.
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