En las alas de un poema
Tengo las alas de un poema
sin programas, casi quietas
y sin cancelar el siguiente vuelo
por otra lira con llegada simple
hasta el trayecto sensorial del cuerpo
que busca el encanto de las cosas,
que se arraciman intangibles
al umbral del pensamiento
con el usual ciclo de la tierra,
cuando alumbran, apagan, giran, siguen
el curso de la ordenada naturaleza
absoluta, con el pulso glauco de los jardines
que se mueven con la acción y las maneras.
Sostengo la mirada hondamente hinchada
de azules que frenan en espesuras verdes,
por que exprimen un mar en pequeñas gotas,
mientras brota todo lo que el interior ofrece
al recrear el regreso de las fugitivas cosas
por los paisajes de algún capítulo
que sin huída, quedó en las sienes.
Alguno con el color de la flor marchita,
con algo más de la aurora breve
de paseo con la encaramada golondrina
que en el aire, ya no supo detenerse,
al cargar esa parte que se nos va de adentro
y sin cautiverio impulsa el vuelo urgente.
Para enunciar la herencia del dolor que avanza
o la alegría perdida que se va y no vuelve
desde el corazón con su ofrenda en rojo,
por que sé que entero me acontece,
mientras su estructura hacia el mañana
es un medio hacer que la visión persiste
con la apreciación que llega voluntaria,
para ser la estampa alicaída de algún relieve
con la repetida decoración de arena
que a la vista acude por costumbre,
a través del instante que desata el temple
la ocasión, el silencio contra el alma,
la emoción viajera o simplemente el gesto
que se vierte con el amor que aún sueña
entre mis manos como semilla libre,
aunque caiga en el vacío como hoja seca.
Porque todo es posible cuando el verso surge,
si robo el aliento de una primavera
o el rumor inquieto de los bosques,
o la esencia de una mañana fresca
impregnada de yerba en una cumbre,
incluso, si arrastra algo de la oscuridad espesa
al capturar la marcha de la sombría nube
con los ojos que devoran su estela negra,
para causar las tormentas que me sacuden.
Tengo los sentimientos gestando ideas:
lloran, danzan, mueren, viven.
Impulsan un contenido de vivencias
en la creativa corriente de la sangre,
cuando susurra la vasta jungla
que me habita el nombre.
Lo demás, es solo aventura del latido
por este diminuto hoy entre ayeres
expresando algo del mundo íntimo
que las venas mantiene a flote.
Tal vez, para que en otro día,
desde otra altura y hacia otro ser
descienda levemente a los sentidos,
y aunque la percepción sensorial con mi esencia
no sea suficiente para percibir la desnudez
de la lectura abierta que desde mí arranca
el sentir mutable. Con el que escribo.
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