Recuerdos de una madre
Recuerdos, tesoros de mi mente,
nacieron el día que naciste, y entre
hoy y ese día aún se hace latente
las marcas que florecieron en mi vientre.
Te contaré que intenso era tu llanto,
el que solía calmar con tiernas palabras
y cuando no inventé algún canto
de alegría para que no llorarás.
Aprendí a narrarte bellas historias
de grandes Reyes cuando no dormías
y gocé con tus sonidos de euforias,
cuando era payaso de muecas, y te reías.
Luego advertí que deprisa crecías
al verte dar tus primeros pasos
y aunque en afanosos tropiezos caías
nunca te faltaron mis brazos.
Y como olvidar aquel diáfano ruido
que retumbó como un eco en mi alma,
y el manantial de lágrimas desprendido
al oírte llamarme, ma…ma.
Ni hablar de esas noches largas
llenas de pesar cuando te enfermabas,
horas de insomnio, horas amargas,
mientras tú en mi pecho te arrullabas.
Tú me has dado todos los roles
que en esta vida pueden haber
y con ellos he saltado peñoles,
cuando te tuve que defender.
Hoy son los recuerdos más divinos
de un amor que siempre ha de ser.
Es el amor de una madre por sus hijos,
amor que algún día habrás de entender.
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