El cuerpo del amor
El cuerpo del amor es un recóndito misterio
cual fontana de frío y de calor,
da los sorbos de la escarcha,
cuando se hace invierno
y tragos de fuego si arde como el sol.
Sus ojos son dos llamas en calma o desespero,
amorosa dentro de esos dos gemelos si su calor
envuelve la vida entera o viceversa
si su brillo, de pronto, ennegrecido es otro adiós.
Sus manos, dos rutas hacia el cuerpo o hacia el alma
si ostenta algo mayor, con una fiesta de caricias
o un desierto intangible que se extiende para dos.
Su boca es una posada para la inventiva de los labios,
para el beso tibio que desiste o aventura
o es el molde del placer, de la magia laboriosa
que prosigue hacia las uniones más profundas.
Calzados por los sueños están sus pies de seda,
flotando libertinos con la esperanza y con la duda;
brioso vuelo en la jocundidad del tiempo
si no llegan a las costas de la pena y caen como la lluvia.
Lejos de su cuerpo, al amor, con prudencia lo contemplo
y figura un pozo de recuerdos entre la luz y sombra
para subir y descender con el pensamiento nuestro,
pues allí es donde su esencia nos pertenece silenciosa.
Nancy Santiago Toro
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