Con el pulso de un deseo
Mírame, pausadamente, de cerca y lejos,
desde este espacio de Dios que hoy nos existe,
extiende todo tu calor sobre mi campo abierto
y bebe la humedad campestre desde mi origen.
Víveme como protagonista en la visión del sueño
cuando desplazamos por el aire alas felices
y que nos refugie algún hueco del vibrante tiempo
como hoguera de dos vidas en eterno eclipse.
Siénteme con la pulsación de este deseo,
carga en tu pecho el aroma femenil de mis jardines,
que yo cultivo para ti las entrañas del terreno
con intimidad de primavera sobre tus raíces.
Cuídame sin los límites que impone el cuerpo
en las distancias vacías, ciegas e intangibles
y que tu adoración sea coraza del sentimiento,
también, de mi sosiego, mi trayecto y mi escondite.
Y ámame sin la medida del más o menos,
con la esencia de lo vasto en lo más simple,
para que este amor de fuego hacia tu pecho
sea tu explosión interna hacia mi superficie.
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