Amor, abre la puerta
o hazla mil pedazos
I
Abre la puerta amado mío,
que la calle duerme su perfil de rastros,
solo el viento rueda su caricia
con el polvo de la vida, rutinario.
La luz es contra la noche en resistencia,
el frío con furor muerde los brazos,
apenas llego y es mariposa la impaciencia
o es un ósculo alborotado por tus labios.
Mis manos trepidan con el peso de la espera
en la boca de este espacio solitario,
mas mi cuerpo presiente tu presencia
detrás de esta madera a solo un paso;
el corazón con el amor es quien golpea
y no mis nudillos, ya cansados,
y estos pies inquietos por la urgencia
solo quieren correr hacia tus brazos.
Amor, abre la puerta
o hazla mil pedazos.
II
Las horas prolongadas se eternizan,
el rocío espabila lo sembrado,
las estrellas, sin saberlo, se han dormido
dentro de un sueño imaginario.
La esperanza aún prosigue convencida
sobre el lomo del tiempo y, en lo estampado,
la mañana ofrece al nuevo día
un lazo de colores en tiempo exacto.
La ofrenda que aproxima mi alma a tu vida,
es el equipaje soterrado de un te amo.
Amor, abre la puerta
o hazla mil pedazos.
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