Si el mejor momento es el que sueño
en un jardín en calma con olor a paraíso
donde las rosas descansan su silencio
como tú, como yo, porque es el mismo.
O simplemente, es aquel que invento
abrazando a la luna llena en un banquito,
mas diciéndole a todos no confundan,
ella es ella,
yo de su argenta silueta ni tengo el brillo.
O si con las manos del futuro lo construyo
en un mundo donde el sol tuviera oídos
y al despertar cada mañana escuchara el pulso
del luto que suena el trayecto de los siglos.
O si en la tierra ese momento yo lo concibo,
bajo un árbol anclado en primaveras,
solo para guardar su vestidura en el bolsillo
y liberar sus hojas como ideas que desesperan.
O si de tan especial lo plasmara junto al mar,
porque es de todos su grandeza en el espíritu
y en sus adentros sin mapas al contemplarlo,
ese viejo seductor me invita a hacerlo mío.
Mas el mejor momento quizás sea el que expreso
por derecho en hemorragias de calor o frío,
solo porque mis caminos son libres, son abiertos
y en la camena yo elijo desde el alma lo que escribo.
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