Es el manto de su amor bajo la luna,
lo tejió con las fibras de su corazón amante
y abruptamente lo lanzó de punta a punta
sobre la lucia piel que moldea mi carruaje.
Logró hilvanarlo con pasión de literatura,
con esas letras que revientan en la sangre
y al movimiento encelado de su pluma
con cien suspiros las enhebró en el aire.
Para atrapar un trayecto en mi figura,
envolver las grietas de mi carne
al tenderlo con su inspiración más pura
sobre mi desnudez, como mi único ropaje.
En su textura bordó algunas hebras de locura
con un paisaje de amor sobre una tarde
y que hermosa su grandeza sobre mi cara
al sentir que me besaba la luz de su romance.
Pespunteó lúcidas ilusiones a la costura
con la rica seda que seduce el viaje de la noche,
esas que la penumbra sabe mantener ocultas
para que no caigan infaustas por la calle.
Antes de soltarlo, rozaba una cellisca en barahúnda
y quiso rematar algunos disgregados bordes,
encontró unos retazos sueltos de amargura
y los ató al final de su ansiado embaste.
Y cayó infinita su intensa vestidura
al arrojarlo sobre mi amor y sus cantares,
y hoy lo cargo como una reliquia absoluta
por que cubre esta fría tristeza que me parte.
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